AM.
De Diario Libre
Que sólo el 8% de los encuestados por la Penn, Schoen & Berland consideren que un "deficiente sistema educativo" es el principal problema del país, o que únicamente el 6% ponga en ese lugar a la corrupción del gobierno, da una idea de cuánto se necesita una revolución en las aulas y cuán destructiva puede ser la corrupción, que hasta logra que la corrupción sea asimilada como normal. Preocupan los efectos más que las causas.
Sumemos educación deficiente y corrupción, y el resultado es el fértil clientelismo que nos gobierna. Un campo abonado para la sumisión social a un cuadro de poderes manejados por políticos inescrupulosos.
La mezcla de estos dos ingredientes nos marca el día a día, siendo uno de sus resultados más paralizantes para salir del subdesarrollo, el grado de incompetencia que, como sociedad, se alcanza: no podemos competir.
Primero, porque la corrupción es muy cara. El dinero que se llevan los cuatro listos de siempre no llega a los que de verdad trabajan honestamente. La corrupción nos empobrece individualmente, no es un problema "de la sociedad", así en abstracto. La corrupción nos impide competir porque lo hace todo más caro, empezando por la luz y siguiendo por las comisiones. No podemos competir, porque la educación es pésima y no forma trabajadores suficientemente preparados para seguir creciendo.
Ni siquiera somos suficientemente conscientes de que la mala educación y la corrupción hacen a los políticos tan oscuramente poderosos.
Santo Domingo, R.D., lunes, 30 de enero de 2012.
http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/opinion/2012/01/30/Una-mezcla-explosiva
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