EDUARDO ÁLVAREZ
La participación de la mujer dominicana en la actividad política tiene en Geanilda Vásquez a una representante comprometida con los mejore intereses de su partido y del país. Ya probada suficientemente en el dominio escénico, el manejo efectivo del discurso político y en la reciedumbre que debe mostrar una figura pública que pretenda ganar un espacio señero de primer orden.
La presente crisis del PRD presiona, además de la unidad partidaria, la capacidad y el valor de sus dirigentes. La secretaria de organización ha sorteado la situación, inteligentemente, colocándose muy por encima del propio presidente suspendido, Miguel Vargas y del resto de la cúpula involucrada en el debate.
El errático comportamiento del liderazgo tradicional nos impulsa a revisar las ofertas políticas vigentes, medrosas e ineficaces cuando carecen de grandes recursos para hacerse del poder, utilizado en el clientelismo y artificios mediáticos, todo a costa del Estado. De ahí que el escenario sea ocupado por actores malos –falseados y sintéticos-, por lo tanto, carente de virtudes y valores.
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Geanilda Vasquez, secretaria de Organización del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) / Miguel Vargas.
Ha invitado a Vargas y comparte a ser prudentes y a entender que la fuerza del PRD descansa en los organismos, en sus dirigentes medios y de las bases, no en una sentencia interesada, evacuada con la intención de dividir y socavar la fuerza partidista más grande del país. Empequeñecen esos “dirigentes” frente a la consistencia de la secretaria de organización. Cuando Vargas le envía una carta para invitarla a una reunión y, luego, le niegala entrada a la Casa Nacional, le ha dado, una vez más, la brillarte oportunidad de crecerse, como lo ha hecho.
A quienes tengan alguna duda sobre el indiscutible poder de transformación y cambio que ocasiona esta superioridad emocional, basta entender que las ideas no son más que emociones procesadas o dilatadas. Y el discurso de Geanilda, ahora más independiente que antes, franco y directo, inspira confianza y respeto, condiciones esenciales para que un líder político alcance sus propósitos, por elevados que estos sean.
Santo Domingo, R.D., jueves, 19 de julio de 2012.
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