CHIQUI VICIOSO
En Ecuador la
paridad electoral es resultado de un proceso que se inicia en el año dos mil, a
raíz de la movilización de las mujeres.
Su normativa es un Código de la democracia donde se plantea el principio
de igualdad en la representación, la paridad en las listas, en los consejos
regionales y provinciales.
Allá practican el sistema “cremallera” o zipper, y si hay
un empate se discrimina positivamente a favor de la mujer. Zipper quiere decir
un gancho hombre y un gancho mujer, que se van entrelazando hasta completar el
listado, según lo determina la Constitución del 2008, implementada porque hay
una voluntad política de que así sea.
Entre las normas que son innovaciones, esta el derecho de
impugnación ante la Junta Central Electoral y los Partidos cuando:
-Los candidatos adeudan pensiones alimenticias.
-Cuando la propaganda del Partido discrimina, o afecta la
dignidad de las personas (en es sentido el Llego Papá y Llego Mamá hubiesen
impedido el reconocimiento del PRD y el PLD).
Y partió de una ley de cuotas que se implemento entre el
año dos mil y el dos mil siete, de un 30%, curiosamente con una fuerte
resistencia de los partidos y del propio movimiento de mujeres, el cual,
después de siete años de esfuerzos se unió a otros actores claves como las mujeres en el Parlamento, las feministas
en los partidos políticos, las figuras
de los medios de comunicación y los y las actores del proceso constituyente,
para lograr la ley de la paridad.
Tanto en Costa Rica, como en Bolivia, como en Ecuador, la
concientización sobre el derecho a la paridad comienza con el reclutamiento de
los partidos, con un énfasis en la captación de las mujeres, y con una
contabilidad legislada de los fondos donados a los partidos durante el proceso
electoral para que por lo menos el 25% se utilice en la formación de los
cuadros en la igualdad de género, ya que convencionalmente han sido los hombre
quienes reciben el dinero, no las mujeres.
En este proceso el gran peligro es que se diluyan las
demandas especificas de las mujeres en los Ministerios de la Mujer, en los de
“Desarrollo Social”, o en las oficinas de las Primeras Damas, no entendiendo
que implementar políticas de igualdad de género en los partidos es una
prioridad de interés nacional, no de entidades de y para las mujeres.
En los tres ejemplos analizados, vemos que hay gran
similitud en los procesos y en las medidas adoptadas, y corroboramos la
victoria de la tenacidad frente a propuestas que inicialmente fueron
descartadas como inalcanzables. (Ilustracion: Presenciadigitalrd)
Santo Domingo, R.D., lunes, 27 de agosto de 2012.
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