CÉSAR PÉREZ
La violencia desatada en sectores del mundo islámico, a
raíz de la divulgación de un panfleto cinematográfico y de una caricatura
provocadora y ofensiva al islamismo, determina, como es frecuente, que toda
intolerancia y violencia religiosa sea injustamente asociada sólo al mundo
árabe.
Esa injusta asociación no puede desligarse de una visión
eurocéntrica y etnocéntrica del mundo y, naturalmente, de la pasión e
ignorancia con que se suelen analizar
cuestiones de suma complejidades, como lo es el tema de la religión. Tampoco
debe olvidarse la perversa manipulación del sentimiento religioso que hacen los
poderes políticos y fácticos, no sólo del occidente cristiano, sino también del
mismo mundo islámico.
Cierto es que en nombre del Islam se han erigido
gobiernos intolerantes, con gobernantes corruptos y disolutos que han mantenido
sus pueblos en condiciones de marginalidad y pobreza extremas. También, que en
nombre de esa religión se cometen los más atroces atropellos contra el
diversamente pensante y que se declara guerra santa contra los llamados
infieles, a través de las cuales se quieren justificar los más execrables actos
de terrorismo.
Un manifestante islamico / Retrato del profesta Mahoma.
Pero eso no es justificado, ni practicado por todos los
islamitas ni por todos los árabes, muchos son opuestos a semejantes actos y
actitudes. Tampoco debe pensarse, ni afirmarse, que el islamismo es
consustancial a la intolerancia y a la violencia, los hechos nos dicen que en
mundo islámico de una época se practicaba una intolerancia cero a la
intolerancia religiosa.
Eso ocurrió a la caída del imperio romano, alcanzando su
máxima expresión en Al-Andalus (sur de España) con califatos y reinos de gran
esplendor y de desarrollo de la ciencia, la literatura y la música. Algo que no
sucedía en el mundo cristiano de la misma época, donde campeaban la ignorancia,
la superstición, las permanentes persecuciones, la inquisición y las matanzas promovidas en nombre de la
pureza religiosa y étnica.
Diversos factores históricos y económicos, permitieron
que el mundo cristiano avanzara hacia posiciones más abiertas y que el islámico
evolucionara hacia una generalizada
intolerancia religiosa. Sin embargo, esa asimétrica evolución de ambos mundos
no quiere decir que en el uno hayan desaparecido las tendencias intolerantes o
que el otro no pudiese algún día enrumbarse por otro camino.
Ayatola Komeini.
Muchas expresiones de violencia de los feligreses
islámicos ante determinadas provocaciones a sus creencias, constituyen mezclas
de intolerancia religiosa, expresión de fe y de sentimiento de exclusión
social, instrumentalizadas por estados religiosos anacrónicos y opresores, algunos autoproclamados antioccidentales y antinorteamericanos.
La actual violencia religiosa en el mundo árabe no puede
desligarse de las desastrosas condiciones de vida de su población, del despojo
de sus riquezas de parte de los imperios europeos y norteamericano, con la
complicidad de gobernantes árabes, además del menosprecio y la arrogancia con
que el mundo occidental cristiano los trata, en el cual también se asiste a un
incremento de diversas forma de intolerancia: religiosa, cultural, a las
diferencias étnicas, etc.
Sólo del establecimiento de un contexto político y
social, que saque a esas masas de feligreses de la miseria, la exclusión y el
anacronismo, además del respeto de sus creencias, se puede esperar un clima de
tolerancia religiosa y política en el mundo árabe.
Santo Domingo, R.D., miercoles, 26 de septiembre de 2012.
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