FIDELIO DESPRADEL
¡Júbilo en América con vuestro triunfo! ¡Es el triunfo de
todos nosotros/as! Extraño que los amos del norte se quedaran tan quietos y que
lobos y corderos se confundieran, felicitando dicho triunfo. Creo que nunca había
sido tan crucial la situación. Capriles, el candidato del poder norteamericano
y la oligarquía mundial se alzó con más del 40%
de la votación. Nada despreciable. Pienso que el cálculo de Washington y
la reacción venezolana es que Capriles tiene un camino de crecimiento por
delante y que la revolución bolivariana, arrastrando lastres que Washington
identifica claramente, llegó a su tope y que tiene ante sí grandes nubarrones
para el futuro.
La clave está en que lo de Venezuela representa ya un
cambio cultural en el estado de conciencia de la parte más activa de la
sociedad. Más del 50% de la población ha asumido culturalmente algo que
difusamente se viene definiendo como “socialismo del siglo XXI” y que ellos y
ellas lo viven como un cambio radical y definitivo en sus vidas. Como ha pasado
en Bolivia después de décadas de grandes luchas y batallas de masas, en
Venezuela se está consumando en los últimos años una revolución cultural, que
recién despunta en muchos otros puntos de América.
Para que la Revolución Bolivariana pueda traspasar el
punto “de no retorno” sus dirigentes deben comprender que tienen que impulsar
una revolución dentro de la propia revolución, identificando los lastres que
arrastra, combatiendo la corrupción, la burocratización y la delincuencia, y
principalmente, profundizando el empoderamiento de las gentes con los profundos
cambios habidos hasta ahora, consolidando así el movimiento social y el poder
popular, promoviendo un sólido liderazgo colectivo y aislando las tendencias
burocráticas, cuyos portadores chupan parte de la riqueza social y entorpecen
la marcha de los cambios y el empoderamiento y protagonismo de los distintos
sectores del pueblo.
El poder norteamericano y los estrategas de Capriles
saben mejor que nosotros que revolución que no se profundiza, con el apoyo y
organización creciente del pueblo, es revolución que se estanca y retrocede.
Son de derechas pero conocen las experiencias históricas para provecho de sus
bastardos intereses. Saben también que América Latina es un campo de batalla
donde el imperio norteamericano viene desarrollando una de sus estrategias para
frenar su evidente declive mundial.
De manera que, más que dormirse con su limpio e histórico
triunfo, la dirección de la revolución bolivariana debe abocarse a reflexionar
sobre el curso a seguir, decidiendo los pasos que habrán de implementar en los
próximos seis años cruciales, para profundizar los cambios sociales y la
organización popular. ¡Los pueblos y los revolucionarios de América y el mundo
somos sus aliados!
Santo Domingo, R.D., lunes, 15 de octubre de 2012.
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