domingo, 28 de octubre de 2012

¡Cucú, cucú, cucú!


Eduardo Álvarez

Encaramado en la rama de un árbol, se burla de todos nosotros: ¡cucú, cucú, cucú! La cita a Shakespeare, pero nos viene como anillo al dedo, a la mayoría de los dominicanos, ahora atrapados en la era e ira de Leonel Fernández.

Le hemos entregado la Constitución, los poderes judiciales y legislativos, la Junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas, el Tribunal Constitucional, en fin, las arcas del Estado, para que las maneje a su antojo, repartiendo pensiones, consulados, embajadas, apartamentos, viajes de placer por todo el mundo y todas la canonjías, prebendáis francachela inimaginables.

Derroches que nos dejan un hoyo fiscal de RD$187 mil millones, un 8.2% del PIB, duplicando el de Baninter. A todo esto, amenaza con someter a un nuevo y mayor asalto fiscal, superior al que acaba de cometer. Encubre así las violaciones al orden social, constitucional y legal en las que ha incurrido durante sus últimos ocho años de gobierno.

Sigue encaramado, mirando hacia abajo: ¡cucú, cucú, cucú! Esperando que todos le aplaudamos, y que el presiente Medina le haga el juego, a costa de su imagen. A Medina ni a ningún presidente norma, de carne y huesos, sin las tiránica pretensiones de Fernández, le luce tener una mala reputación, como la que le traería una nueva reforma fiscal. 

Pero a uno, blindado y santiguado, como se siente el ex mandatario, ¿qué, carajo, le va importar lo que piense una partida de pendejos, refunfuñones, pero complacientes al final de cuentas? Si de limpiar y arreglar malas reputaciones se trata, para eso están los que se hartaron disfrutando del festín. 

Ninguna otra sociedad ha sido y es, en estos tiempos, victima de un despojo tan flagrante, vil y vulgar, como este que nos convoca a todos los dominicanos a ponernos de pie, para rechazar nuevos impuestos. Si los partidos de oposición y la izquierda no logran unirse, tenemos que hacerlo nosotros, como ciudadanos, como parte de la sociedad civil, ¡como dominicanos, carajo!

Tenemos que sacar fuerza para enseñarle a Leonel Fernández que no somos tan complacientes y pendejos, como él nos ve sacándonos la lengua, empinado en un palo, que el tiempo y la historia corroe y desrumba. Inevitablemente.

Santo Domingo, R.D., domingo, 28 de octubre de 2012.

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