viernes, 19 de octubre de 2012

Estrategia Nacional de Desarrollo y regionalización


 
AMPARO CHANTADA

La Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 que el Ejecutivo sometió al Senado,  recoge, para sintetizarla, todos los indicadores de Desarrollo Humano que plantean las Naciones Unidas, para conformar así una sociedad utópica donde desarrollo, armonía y equilibrio son resultados esperados. Sin embargo, esa Estrategia  podría quedarse en el papel, porque no plantea:

1. La descentralización real y efectiva del presupuesto de la nación.

2. La regionalización como  una  nueva estrategia  de desarrollo territorial, unificándolas en todos los Ministerios y sin más atomización del territorio, sobre todo.  Sabemos que eso implica un cambio  radical en las relaciones de  Poder entre Estado, Sociedad y Territorio (actualmente vertical y centralizadora por una relación horizontal y descentralizada).

Esa nueva división geo-administrativa, histórica y cultural debería garantizar la participación política efectiva de la ciudadanía, con la elección directa de  sus representantes al Congreso (Senadores), de sus dirigentes políticos (primarias) y con la elección de verdaderos Gobiernos Regionales, con representantes locales, para poder así aplicar las políticas de desarrollo regional, discutidas y seleccionadas democráticamente, con manejo de recursos, con auditorías populares, con la finalidad de impulsar un desarrollo realmente equitativo del país, bajo el control de un organismo central que regularía la repartición del presupuesto nacional.

No como ocurre desde 1916 con el ex Distrito Nacional, que acapara la inmensa mayoría de las inversiones, tanto del sector privado como público, fabricándose así un territorio centrípeta y anómalo. El país no puede contentarse con discursos sobre la macro-economía y la estabilidad;  requiere adoptar medidas en el plano micro-económico-regional que permitan aumentar la productividad en la economía, la inversión,  el empleo y el desarrollo local-regional hacia  la  diversificación de la economía, propiciando la dispersión natural de la población en ciudades amigables y así desacelerar el éxodo rural.

El mundo académico  en la actualidad debe abocarse  a debatir  con más intensidad en torno a las formas, contenidos  y sentido que deben adquirir estos sub-espacios territoriales en el contexto de un sistema social que se globaliza desigualmente. El entorno del lago Enriquillo,  la despoblación de la zona fronteriza,  la concentración desigual de la zona Este y la pauperización de antiguos polos turísticos son inquietantes señales. En un escenario como el referido, los actores sociales, políticos y económicos de nuestras regiones, (son diez en la actualidad), deben asumir el desafío de pensar estratégicamente nuevos escenarios de futuro.

Santo Domingo, R.D., viernes, 19 de octubre de 2012.

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