ROSARIO ESPINAL
Si usted es pobre o clase media se embromó. Cada nuevo
gobierno dominicano encuentra un déficit fiscal, produce otro y se endeuda más.
Inflan el Producto Interno Bruto (PIB) con dinero prestado, distribuyen mal la
riqueza creada, y propagan el cuento de que en República Dominicana la carga
fiscal es baja.
Casi todos los países del mundo están endeudados. Una
diferencia clave es que a las economías fuertes como Estados Unidos y Japón les
prestan dinero casi gratis, no así a República Dominicana.
Mientras el gobierno puede ignorar la presión de pago,
gasta y malgasta; y cuando se acaba el período de gracia anuncia una nueva
reforma fiscal como la actual.
El estribillo siempre es el mismo: más impuestos o
colapsa la economía; más impuestos o no hay desarrollo. Culpable de la
situación es siempre otro: el Fondo Monetario (FMI), el petróleo, la
electricidad, o el partido de oposición.
La población, atemorizada y desmovilizada, aguanta los
paquetazos impositivos y acepta como calmante alguna explicación.
Una vez aprobados los nuevos impuestos, se logra la
llamada estabilidad macro-económica (léase, inflación y devaluación moderadas),
porque el FMI autoriza más préstamos para que siga la espiral de endeudamiento.
También fluye la inversión privada que se siente confiada cuando el FMI
custodia las finanzas.
Los pobres siguen siendo pobres y la mayoría de la clase
media ve sus posibilidades de bienestar truncadas.
De cada crisis económica salen ilesos, o muchas veces
gananciosos, dos grupos principales: los grandes empresarios y la clase
gobernante. Los empresarios tienen capacidad de rejuego al aumentar precios si
venden en el mercado local, y pagan bajos salarios a la mayoría de sus
empleados. La clase gobernante extrae grandes beneficios del Estado de múltiples
maneras.
Para entender este vía crucis repetitivo hay que saber
qué hace el gobierno con el dinero que recauda, y por qué la economía
dominicana no crea mejores empleos que amplíen la base contributiva.
En el post-trujillismo, los gobiernos dominicanos han
compensado la falta de empleos privados con inversión en la construcción y la
ampliación de la empleomanía estatal (en una primera etapa había empresas
estatales que sirvieron de foco clientelar, pero fueron abolidas o
privatizadas).
La estructura salarial en el Estado y la construcción
pública consiste en muchas personas con bajos salarios, una capa de técnicos y
profesionales de ingresos medios, y políticos que reciben grandes beneficios.
Estos últimos ocupan las mejores posiciones en el gobierno y obtienen
sustanciosas ganancias mediante contratos, comisiones, altos sueldos,
exoneraciones, pensiones, terrenos, apartamentos, barrilitos o cofrecitos. Así
desvían muchos recursos que pudieron destinarse a mejorar los servicios
públicos. A los pobres antes les daban funditas y ahora tarjetitas.
Por su parte, los empresarios dominicanos han recibido
diversos incentivos fiscales y de otro tipo en el post-trujillismo, pero la
mayoría de los empleos creados son de bajos salarios. Por eso no aumenta
significativamente la clase media. Peor aún, muchos dependen para la
acumulación de riqueza de la mano de obra haitiana, barata y desprovista de
derechos políticos. Esto significa que el capitalismo dominicano se nutre
constantemente de una gran reserva de pobres indigentes.
Ante el alto desempleo y los bajos salarios, muchos
dominicanos han emigrado al exterior. En los países donde van, la mayoría no
alcanza a ser clase media por su bajo nivel educativo, pero como obreros o
chiriperos ganan más que en República Dominicana.
Si usted no emigró ni se enroló en un partido político
para ascender por las redes clientelares, los bajos salarios, los impuestos y
el costo de la vida le impedirán mejorar sus condiciones de vida.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 17 de octubre de 2012.
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