Luis Scheker
Se veía venir. Que
a nadie le coja de sorpresa. De algo deben valer las
experiencias. Esta proviene del gran
fracaso del CESI (Consejo Económica, Social e Institucional) en su primer
intento de órgano consultivo y asesor del Poder Ejecutivo.
Se quiso conocer
su opinión sobre la construcción del Metro. Monseñor Agripino, el de siempre, Núñez Collado, Coordinador del
CESI, hizo la convocatoria. Citó al
ingeniero Diandino Peña, Director de OPRET, encargado de la obra que, siendo
condescendiente, accedió e hizo una amplia exposición en defensa de su proyecto. Pero también fueron citados el Ing.
Hamlet Hermann y el Ing. Santoni, que lo desmontaron; y presentaron
alternativas menos ambiciosas,
más viable, eficiente y menos costosa para resolver el problema del trasporte
urbano de la ciudad capital. Los miembros del CESI estudiamos y valoramos ambas
propuestas y de manera unánime, luego de largos debates, rendimos informe al
Coordinador para ser presentado al
Presidente Fernández, motivando el rechazo del Metro.
Al Presidente no le gustó. Se mostró inconforme y les
dijo a Monseñor y a la Comitiva, que él esperaba un estudio más profundo, con
alguna opinión de técnicos extranjeros especializados en el tema. Los comisionados salieron del Palacio con el
moco para abajo. Habían hecho su mejor esfuerzo y no esperaban del Señor
Presidente semejante reacción.
Informado sobre el particular, siendo en ese momento
Coordinador General de Participación Ciudadana, aproveché una entrevista con autoridades del Banco Mundial y les
plantee la solicitud del presidente, siendo el Banco muy receptivo
autorizándome a comunicarle que ellos tenían los técnicos necesarios a su
disposición, sin costo alguno.
Inmediatamente comuniqué la buena nueva a Monseñor, quien, diligente, se reportó al Presidente Fernández con la mala
fortuna de ser informado de que ya han
sido contratado un par de técnicos quienes, como era de esperarse,
favorecieron el proyecto del
Presidente sin que se hablara más
del asunto.
“El Metro va” y punto. Sin presupuesto, sin estudio
previo, a la “brigandina”, que los
caprichos de un Príncipe no tienen
porqué explicarse. En medio de las carencias y de la espantosa miseria de su
pueblo, diría como el difunto Don Paco
Escribano: “como sé que te gusta el dulce de leche, por debajo de la puerta te
metí un ladrillo.” No se volvió hablar más del CESI que nació nati-muerto hasta
ser recauchado ahora para conocer de la
reforma o paquetazo fiscal.
Y el CES, con el mismo Coordinador, ahora con una letra menos, que se vuelve a empantalonar. Tomó su misión en serio e
hizo recomendaciones sobre recortes posibles al gasto público, que el gobierno,
como era de esperarse, no aceptó. Rompió el diálogo, que no es por ahí
por donde va la cosa. Que
resuelva el Congreso, dice Don Temo, que
hay apremio. Allí sí saben de ahorro, economía y austeridad. Y
que sean otros, los de siempre, los que se aprieten el cinturón y paguen los platos rotos.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 24 de octubre de 2012.
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