Por Margarita Cedeño De Fernández
La principal crisis que tiene la sociedad dominicana en
los actuales momentos no es económica, ni tampoco política. La principal crisis
que corroe y permea a la sociedad, es una crisis moral, es una crisis en los
valores integrales del comportamiento del ser humano.
La principal crisis que afecta al pueblo dominicano no es
de escases de producción, ni de alto costo de la vida, ni tampoco de
precariedades de servicios públicos y de falta de oportunidades de trabajo. La
principal crisis que afecta a nuestra nación, es una crisis moral.
La humanidad en su conjunto está siendo afectada por una
crisis moral y un deterioro acelerado de los valores morales en todos los
estamentos del tejido social, comenzando por su célula madre y su columna
vertebral que es la familia.
Superar la crisis moral, detener el proceso de deterioro
de los valores y de pérdida de identidad, es el reto y desafío mayor que tiene
el pueblo dominicano de cara al futuro inmediato.
El momento es oportuno para que comencemos a pensar en la
articulación de un gran pacto o una concertación entre todos los sectores de la
vida nacional, instituciones públicas y privadas, partidos políticos y sociedad
civil, entidades religiosas, empresariales y medios de comunicación, a los
fines de detener el proceso de deterioro de los valores morales.
El incremento de la delincuencia y la criminalidad, el
enriquecimiento ilícito, el cúmulo de violencia que se ha desatado al interior
de las familias, los feminicidios, entre otros males sociales, son el resultado
de una crisis moral, más que de una crisis económica.
Los valores intrínsecos del buen ciudadano del ayer,
ahora no solo están siendo vulnerados, sino que también están siendo
cuestionados por una nueva perspectiva de vida, en que los antivalores del pasado
están pasando a convertirse en los valores del presente. Hechos, conductas y
comportamientos humanos que en el pasado reciente eran inaceptables, eran
repudiados por las mayorías y que causaban asombro, ahora pasan como algo
normal.
Es hora de que todo el sistema educativo de la nación
defina un catálogo de buenos y sanos valores que debe tener un buen ciudadano y
lo lleve a las enseñanzas en todos los niveles de la educación básica y media,
a los fines de evitar que nuestros niños y adolescentes del presente quienes
serán las cabezas de las familias, de las empresas y el liderazgo del mañana se
convierten en reproductores mecánicos de esas prácticas inmorales que están
desnaturalizando la esencia misma del ser.
Es hora de trabajar en la formación de un individuo que
se trace como meta fundamental el progreso personal de forma armónica con las
buenas prácticas y conductas, y que tenga menos afanes y ambiciones por el
enriquecimiento ilícito.
Es hora de trabajar en la formación de una ciudadanía que
entienda que el éxito en la vida no está determinado única y exclusivamente por
la riqueza material acumulada y por el nivel de abundancia en que se viva.
Es hora de que toda la sociedad sana y sensata, que somos
la inmensa mayoría del pueblo dominicano, se levante y lance una acción
enérgica y frontal por el rescate de los valores que se han perdido y que eran
los parámetros para la definición de una persona ejemplar.
Tenemos que trabajar en el desarrollo y formación de un
individuo que no se deje dominar por la avaricia y el afán desmedido de lucro.
La avaricia es la peor de todas las enfermedades, es el
más cruel y despiadado cáncer social que padece la humanidad.
El mundo en que vivimos está atravesando por un peligroso
déficit moral. La única forma de detener ese proceso de descalabro moral, es
articulando una gran alianza entre todos los sectores de la Nación y enfocarnos
en la familia y en la educación como bases elementales para formar un individuo
con una mentalidad sana, responsable, humana y solidaria. En fin, para formar
una persona de bien.
Es necesario también, para enfrentar con éxitos la actual
crisis moral, forjar un liderazgo que además de visionario y optimista, sea
humano y solidario.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 24 de octubre de 2012.
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