miércoles, 24 de octubre de 2012

Superar la crisis moral


 

Por Margarita Cedeño De Fernández

La principal crisis que tiene la sociedad dominicana en los actuales momentos no es económica, ni tampoco política. La principal crisis que corroe y permea a la sociedad, es una crisis moral, es una crisis en los valores integrales del comportamiento del ser humano.

La principal crisis que afecta al pueblo dominicano no es de escases de producción, ni de alto costo de la vida, ni tampoco de precariedades de servicios públicos y de falta de oportunidades de trabajo. La principal crisis que afecta a nuestra nación, es una crisis moral.

La humanidad en su conjunto está siendo afectada por una crisis moral y un deterioro acelerado de los valores morales en todos los estamentos del tejido social, comenzando por su célula madre y su columna vertebral que es la familia.

Superar la crisis moral, detener el proceso de deterioro de los valores y de pérdida de identidad, es el reto y desafío mayor que tiene el pueblo dominicano de cara al futuro inmediato.

El momento es oportuno para que comencemos a pensar en la articulación de un gran pacto o una concertación entre todos los sectores de la vida nacional, instituciones públicas y privadas, partidos políticos y sociedad civil, entidades religiosas, empresariales y medios de comunicación, a los fines de detener el proceso de deterioro de los valores morales.

El incremento de la delincuencia y la criminalidad, el enriquecimiento ilícito, el cúmulo de violencia que se ha desatado al interior de las familias, los feminicidios, entre otros males sociales, son el resultado de una crisis moral, más que de una crisis económica.

Los valores intrínsecos del buen ciudadano del ayer, ahora no solo están siendo vulnerados, sino que también están siendo cuestionados por una nueva perspectiva de vida, en que los antivalores del pasado están pasando a convertirse en los valores del presente. Hechos, conductas y comportamientos humanos que en el pasado reciente eran inaceptables, eran repudiados por las mayorías y que causaban asombro, ahora pasan como algo normal.

Es hora de que todo el sistema educativo de la nación defina un catálogo de buenos y sanos valores que debe tener un buen ciudadano y lo lleve a las enseñanzas en todos los niveles de la educación básica y media, a los fines de evitar que nuestros niños y adolescentes del presente quienes serán las cabezas de las familias, de las empresas y el liderazgo del mañana se convierten en reproductores mecánicos de esas prácticas inmorales que están desnaturalizando la esencia misma del ser.

Es hora de trabajar en la formación de un individuo que se trace como meta fundamental el progreso personal de forma armónica con las buenas prácticas y conductas, y que tenga menos afanes y ambiciones por el enriquecimiento ilícito.

Es hora de trabajar en la formación de una ciudadanía que entienda que el éxito en la vida no está determinado única y exclusivamente por la riqueza material acumulada y por el nivel de abundancia en que se viva.

Es hora de que toda la sociedad sana y sensata, que somos la inmensa mayoría del pueblo dominicano, se levante y lance una acción enérgica y frontal por el rescate de los valores que se han perdido y que eran los parámetros para la definición de una persona ejemplar.

Tenemos que trabajar en el desarrollo y formación de un individuo que no se deje dominar por la avaricia y el afán desmedido de lucro.

La avaricia es la peor de todas las enfermedades, es el más cruel y despiadado cáncer social que padece la humanidad.

El mundo en que vivimos está atravesando por un peligroso déficit moral. La única forma de detener ese proceso de descalabro moral, es articulando una gran alianza entre todos los sectores de la Nación y enfocarnos en la familia y en la educación como bases elementales para formar un individuo con una mentalidad sana, responsable, humana y solidaria. En fin, para formar una persona de bien.

Es necesario también, para enfrentar con éxitos la actual crisis moral, forjar un liderazgo que además de visionario y optimista, sea humano y solidario.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 24 de octubre de 2012.

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