LUIS SCHEKER ORTIZ
Pero lo nuestro es pasar…”, no “haciendo caminos”,
como ilustrara el poeta Machado. En nosotros, todo pasa como
si nada pasara, petrificado en la memoria de un pueblo domesticado que vive de espalda a su realidad y a su pasado, incapaz de prever su futuro.
Un pueblo al que
se le ha negado la razón de ser desde su nacimiento cuando proclamada la nación
dominicana como libre, soberana e independiente, la fuerza bruta se encargó de
enterrar esa ilusión. Entre caudillismos, asonadas militares, golpes de
Estado, dictaduras, tiranías y opresión,
el pueblo vio pasar la historia sin
aprender de ella, pues los muy escasos y cortos destellos libertarios de una democracia imposible, solo sirvieron
para ser contemplados como cometa fugaz.
El ajusticiamiento del último César, el más amado y el
más temido, abrió abruptamente la compuerta de la libertad y la justicia, que
asomó con ínfula de tormenta, rápidamente apaciguada con sueños de “borrón y cuenta nueva”, alimento
de esperanzas de las masas incultas e irredentas, y de una pequeña vanguardia de dirigentes
y líderes revolucionarios, demócratas cristianos
y social demócratas inexpertos,
sedientos de poder.
Entronizado el gobierno que el pueblo eligió
libérrimamente en las elecciones más limpias y puras que registra la historia,
no tardó en aparecer, para derrocarlo,
la intolerancia y la irracionalidad de la rancia oligarquía cívico militar para
asentar en el Palacio Nacional un Triunvirato corrupto e inepto, siendo
ésta la primera gran crisis del camino a la democracia, cincuenta años después
del ajusticiamiento de Trujillo. La
Revuelta de Abril, que puso fin al
Duunvirato, provocó la funesta
intervención armada de Washington la CIA
y el Pentágono, que de nuevo
cerró el camino dejando como secuela un títere ambicioso y 12 años de gobierno
tenebroso balaguerista sangriento
corrupto y represivo del Dr. Balaguer,
segundo golpe mortal para las aspiraciones del pueblo dominicano.
El leve respiro democrático de los dos primeros gobiernos
del PRD, después de la caída de Bosch, no fue suficiente ni capaz de enrumbar
la democracia por senderos trasformadores de cambios, abonando el camino que condujera al de mayor
irresponsabilidad,
despilfarro, corrupción, e
impunidad, de megalomanía y sed de
riqueza sin límites que refleja la
caótica situación en el orden
económico, moral e institucional que
padecemos y nos desprestigia como nación.
El origen de este
caos, de este desenfreno y este desorden
administrativo, hay que buscarlo en el Proyecto de Reforma Constitucional
sometido por el Presidente Leonel Fernández y aprobado por el Congreso, convertido ilegal e ilegítimamente en Asamblea Nacional, mediante la Ley No. 70/2009, violatoria de la propia Constitución, para confeccionar un traje a la medida que le permitiera al Dr.
Leonel Fernández, líder indiscutible del PLD y a su camarilla, apoderarse y controlar todas los resortes de los poderes del Estado,
lo que no hubiese permitido una Asamblea
Constituyente como correspondía, más
pluralista, democrática e independiente,
integrada por representantes del sector
político y los demás sectores de la vida
nacional. Ese fue el tercer gran fracaso, el tercer funesto tropezón y retroceso de la nación en su búsqueda por
la democracia en los últimos cincuenta años. Y estos sus terribles resultados.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 17 de octubre de 2012.
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