ESTO PIENSO, ESTO CREO
Rafael R. Ramírez Ferreira
Nuestro yo finito, en ocasiones, se hace presente para
recordarnos en verdad quienes somos. Nos hace comprender nuestras limitaciones
–si no es político- y que después que aprendemos algo nuevo, aparecen muchos
más conocimientos y experiencias por adquirir.
Nos hace ver cuán
fácil somos presos de aquellos virtuosos excepcionales de la oratoria, con
capacidad más que sobradas, para comunicar movimiento a la palabra y
proporcionar un calor embriagante al discurso. Desde siempre y como nación,
hemos sido víctimas de estos personajes, que nos duermen cada vez que hacen
gala de sus dones eximios.
Particularmente me
abruma la impotencia ante el avasallamiento de estos intelectuales
vanguardistas y por demás políticos. Me atormenta el estar viviendo y viendo lo
que dicen y hacen estos privilegiados, que cuando deben y tienen que actuar no
lo hacen, para después expresar, desvergonzada y supuestamente desprendido de
todo interés terrenal, de vulgar mercantilismo político o de torpes y absurdas
concupiscencias, las soluciones a todos los problemas que no supieron resolver
y en ocasiones, que fueron creados por ellos mismos.
En estos señores y
ahora, se cumple la frase introducida por Federico Hegel en su obra sobre la
filosofía del Estado y luego retomada por Carlos Marx en su obra “El 18
Brumario de Luís Bonaparte” que dice: Los grandes hechos y personajes de la
historia universal, aparecen dos veces, una vez como tragedia y la otra como
farsa.
Y hoy, es como si
fuese una confesión o conversando conmigo mismo, hoy y como una ratificación de
esa crónica que se venía venir, si, hoy que cabilderos y lobistas recorren el
mundo en busca de “reconocimientos, loas y conferencias magistrales” para
satisfacer el ego de su amo,hoy, estamos contemplando el regreso de la tragedia
bajo la forma de farsa.
Que lamentable que
nuestros “chapulines” sean quienes nos “defienden”. El trabajo tesonero de
“bocinas” bien pagadas, nos quieren presentar ahora a muchos de estos políticos
cual si fuesen centáureos arrebatados prestos a sacarnos del atolladero en que
estamos. Claro, sin decir que el caos fue creado por ellos mismos.
Ahora vemos, como
un distinguido político, un símil de aquel que en su oportunidad, encolerizado
ante un reclamo ciudadano, dijo como respuesta, que el dinero que le fue
otorgado para hacer una construcción del Estado, lo había gastado en la campaña
electoral, ahora, en nuestra defensa, dice que “en cada proceso electoral, la
clase empresarial compra a la clase política financiando la campaña del partido
con más probabilidades de ganar las elecciones…”
Pero, no pasa nada, todo vuelve a lo mismo, no hay
ninguna autoridad que se interese en el asunto y quizás el problema está en lo
que en estos días escribió el periodista Homero Figueroa, cuando expuso que:
“la conducta transgresora dominante en el escenario político, es el resultado
de la acumulación, durante siglos, de faltas sin castigos…” y está claro, que
esta situación nos ha conducido a una vulgar y vergonzante impunidad, que se ha
querido confundir con inmunidad.
Hacen y deshacen
cual si fuesen intocables y se defienden unos a otros, sin importar que el
hecho realizado por uno de sus miembros haya sido bochornoso o no. No se pisan
ni por mano al diablo la cola. Aún así, son “nuestros políticos” y tenemos que
apoyarlos. Vaya usted a ver qué vaina. ¡Si Señor!
Santo Domingo, R.D., sábado, 27 de octubre de 2012.
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