Islario // Adrián Javier
El municipio Santo Domingo Este no es sólo discotecas, cines y modernos centros comerciales de reciente apertura y evidenciado calado popular. También es delincuencia, drogas, ruido, prostitución y basura. Pero el síndico reelecto, Juan de los Santos, parece que no sabe o que lo ha olvidado, y por lo propio, apuesta a nuestro descreimiento, baja estima o indiferencia.
Juan de los Santos. Ese “dejar hacer” que tanto se ha dicho caracteriza al dominicano de hoy, se ha convertido en “dejar no-hacer”. Y por tales y cuales, nuestros barrios y sectores residenciales se han convertido en cantera idónea para el hacinamiento, la proliferación de las bandas juveniles, la expansión de los focos infecciosos, la compra y venta descarada de todo tipo de drogas –a plena luz del día-, y el incremento de la mortalidad infantil.
Enfermedades otrora desaparecidas han vuelto a medrar familias y presupuestos. Y las autoridades sanitarias y municipales “no dan pie con bola” con esta realidad.
Los distinguidos munícipes, arrinconados en juntas de vecinos auspiciadas, dormitan en la parafernalia de fiestas patronales, convivios deportivos y designación de calles, callejuelas y caminos vecinales. Mientras, “Juancito” apuesta a la veleidad de una provincia que siente cómo se les inflan las esquinas cuando se le presupone virtuosa, por ser “la de mayor crecimiento y empuje”.
¿Y es que “Juancito” está en pelota o en baloncesto? ¿Le quita tiempo el fútbol o el esquí sobre hielo? ¿Le impide concentrarse el posible line up de Los Tigres del Licey, o los encuentros fraternos entre fans, luego de los partidos de jockey o la NFL?
Esperamos que no. Urge el reencuentro de planes y estrategias puntuales, con los antiguos anhelos y las impostergables necesidades de los munícipes.
Santo Domingo, R.D., jueves, 14 de octubre de 2010
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