Pedro P. Yermenos Forastieri
¿Hasta cuándo estarán sus dirigentes burlándose de la inteligencia y de la tolerancia extrema de los ciudadanos de este país? ¿Cómo es posible simular que harán algo de una forma y terminar, sin sonrojo, haciéndola de una manera opuesta a lo prometido? ¿Cómo atreverse, sin mayores escrúpulos, a utilizar como “conejillos de indias” a organizaciones y profesionales, sin temor a desatar sus iras? Es posible que tarde en producirse, pero en algún momento se harán sentir las consecuencias de la indignación que ha generado la forma en que el Senado ha elegido los miembros de la Junta Central Electoral. Eso tiene la potencialidad de una bomba de tiempo.
Fue un libreto lo que hizo la Cámara Alta, como si de su obra teatral estelar se tratara. Elaboraron un procedimiento de depuración riguroso. Aquello era ejemplo de apertura y pluralidad. El primer poder del Estado abierto a la ciudadanía para integrarla en la estructuración de un importante órgano. Un ejemplo inédito de cesión de prerrogativas constitucionales a favor de la colectividad.
Reinaldo Pared Perez.
Importantes organizaciones de la sociedad se integraron al proceso. Propusieron candidatos a quienes atribuían el perfil requerido para integrar el estamento de referencia. Participaron de las vistas públicas para sustentar sus propuestos. Le dieron seguimiento al curso de los acontecimientos y confiaron con ingenuidad en que la selección sería una consecuencia natural del mecanismo que se estaba desarrollando. Los hechos se les estrellaron y estremecieron, con su contundencia, su bien intencionado proceder.
Antes de que finalizaran las cosas, el propio Senado desacreditó su procedimiento. Pospusieron la selección de los miembros hasta tanto retornara al país el Presidente de la nación. ¿Qué sentido tenía entonces lo que se llevaba a cabo si a fin de cuentas el primer mandatario sería quien tendría la última palabra? En efecto, todo culminó con el reparto histórico que suele suceder. También, como de costumbre, “el que reparte y reparte, tocó la mayor parte”.
De esa forma se asestó, nueva vez, un rudo golpe a la frágil institucionalidad. Se estructuró un organismo con vinculación indisoluble al principal actor de los certámenes que va a arbitrar en los próximos seis años. Eso podrá ser legal, pero jamás legítimo. Los árbitros deben ser imparciales. De optarse por un sistema de representación de los vinculados a la competencia, entonces esa representación debe ser equitativa: de todos los protagonistas y en igualdad numérica. Al no haberse hecho así y fingirse que se haría de otra manera, un segmento de la población está indignado y bien haría en no desperdiciar la oportunidad de manifestar su justa rabia contra un Senado burlón.
Santo Domingo, R.D., martes, 12 de octubre de 2010
(yermenosanchez@codetel.net.do)
3 comentarios:
Las misma personas que usted expuso al renunciar del PLD, eran las mismas que lo iban a elegir juez.
Pensé que usted era un hombre inteligente y no les iba a dar el gusto de no elegirlo juez. Usted no fué descalificado como los otros, la intención era hacerle creer que iba a salir por lo menos suplente.
La finalidad era que usted dibulgara del proceso de selección. Hoy todo lo que hable será tomado como alguien que habla por la herida de no haber sido elegido.
Que pena, pense que era inteligente, no alguien que cayó en la trampa de aquellos que un día fuerón sus amigos en el PLD.
¿Que lo motivó, amor a la patria o los beneficios de ser juez?
Nadie que se respete se iba a prestar a esa falsa.
Madrid. De todos los capítulos y actores de este drama, hay una cabeza visible y principal actor y culpable: El Presidente de la República y del PLD, Leonel Fernández, cuyo gobierno podría ser legal pero es ilegítimo,ya que ha sido un poder usurpado por el uso y abuso de los recursos del Estado, para mantenerse a sangre y fuego en el Poder. Es por ello que el pueblo y las futuras generaciones deben tomar la debida nota al momento de hacer la historia real y verídica de la República Dominicana.
Leonel Fernández no es culpable, los culpables son los partidos de oposición y el pueblo Dominicano que se dejó comprar.
La historia real de la República Dominicana
es que cada día va más rumbo al precipicio por haber perdido los verdaderos valores como nación.
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