martes, 16 de noviembre de 2010

El envilecimiento trujillista




Al Día // Juan José Ayuso


Padres, hermanos y sobrinos de trujillistas importantes hicieron causa común contra la tiranía pero desde ese mismo año hasta el final de 1961, esos trujillistas rechazaron la posibilidad de un momento de honor y de dignidad y cayeron más profundo en el envilecimiento. 

Desde principios de la tiranía de Rafael Trujillo esos padres, hermanos y sobrinos pusieron en boga el recurso del “repudio” para evitar que la actitud de sus familiares pudiera reflejarse en su “desgracia” con “el jefe”. 

No era raro encontrar que en los periódicos del tirano, los únicos que se publicaba, apareciesen cartas de esos trujillistas en repudio de la actitud de hijos, hermanos y sobrinos, a los que negaban como si se tratase de parias. 

Que se haya comentado, hubo una excepción. 

Virgilio Díaz Ordoñez. 

En 1947, un paréntesis democrático que abrió Trujillo para granjearse nuevas simpatías con Estados Unidos, que en Europa había combatido a los totalitarismos de los nazis en Alemania y de los fascistas en Italia, culminó con la formación de sindicatos, del Partido Socialista Popular y de la Juventud Democrática. 

Antes de principios del año siguiente, los sindicalistas y políticos antitrujillistas habían sido perseguidos todos, asesinados, encarcelados y torturados algunos y deportados los menos. 

Entre esos jóvenes del PSP y de la JD estuvo Virgilio Díaz Grullón, hijo de un trujillista destacado, Virgilio Díaz Ordoñez, quien había ostentado y ostentaba puestos de primera importancia en la maquinaria de la tiranía. Se supo y se comentó que Díaz Ordóñez explicó a Trujillo las razones de honor y dignidad que le impedían repudiar y negar en público a su hijo Virgilio. 

Díaz Ordóñez siguió en su puesto, alcanzó otros de igual importancia y a su hijo se le condenó a desempeñar una subsecretaría de Estado con asiento en Palacio, cerca del tirano. No podía haber peor condena para Díaz Grullón. 

Pero no hay, que se sepa, otro caso de tanta importancia. 

Los trujillistas buscaban asegurar sus puestos y su posición, enriquecidos durante la tiranía, y repudiaron y condenaron y negaron a esos hijos, hermanos y sobrinos, de lo que hay muestras de sobra en periódicos como “El Caribe” y “La Nación”. 

Desiderio Arias. 

Eso ocurrió desde los levantamientos de Cipriano Bencosme y Desiderio Arias, en 1930 y 1931, hasta las expediciones por Luperón, en 1949, por Constanza, Maimón y Estero Hondo, en 1959 y con la captura, encarcelamiento, tortura y asesinato de jóvenes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio. 

El envilecimiento establecido como norma por la tiranía de Trujillo no tuvo mayores excepciones en cuanto a trujillistas de importancia con hijos, hermanos y sobrinos en el movimiento antitrujillista que siempre hubo dentro del país y en el exilio.


Santo Domingo, R.D., martes, 16 de noviembre de 2010


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