domingo, 21 de noviembre de 2010

Freddy Beras Goico


CONTACTO // 

Mateo Morrison


La nación dominicana ha sido un proceso difícil, diverso, atormentado, heroico, triste y a ratos también alegre. En eso, millones y millones de dominicanos se han sucedido en un accionar que se desarrolla no sólo en nuestra geografía sino también en diversas partes del mundo donde un dominicano o una dominicana ha extendido por razones políticas, económicas o sentimentales, su presencia en otras tierras. 

Esos millones y millones de anónimos, los soldados desconocidos de la dominicanidad, deben ser valorados como la zapata donde han crecido los árboles que han hecho posible la existencia de nuestro país. 

Pero las personalidades juegan sin duda un papel fundamental en la historia. 

Eso que aprendimos de algún pensador marxista se aplica a cualquier realidad comunitaria, nacional o universal. 

Freddy Beras Goico, al ascender a la inmortalidad, forma parte de esos seres humanos que dieron a la República Dominicana sus aportes indiscutibles desde una defensa ciudadana, ya sea en las lides de la lucha patriótica de 1965 cuyas imágenes recordamos aún después de 45 años, o las veces que estuvo en alguna iglesia protestando para que libertaran los presos políticos o regresaran los exiliados. 

El desarrollo tecnológico a través de la televisión lo hizo llegar a todos nuestros hogares para mediante el humor dar un poco de alegría a todos los sectores del país que disfrutaron de su talento indiscutible, que de momentos también era su ira ante aspectos que afectaban los valores de nuestra comunidad nacional. 

Su solidaridad con los enfermos, con los pobres, con los que necesitaban su aliento a través del estímulo artístico, se sienten en este momento profundamente tristes porque ya sólo lo que ha sido filmado o grabado nos va a permitir ver de nuevo su rostro. 

Porque la vida material se alejó en una madrugada de su enorme espíritu, dejándonos huérfanos de él. 

Ninguno olvidaremos cuando fue el último encuentro con él. En mi caso aseguro que fue inolvidable y espero algún día contar el diálogo sostenido, sus palabras al recibirme y las reflexiones antes de iniciar el programa. Porque ahora sólo hay tiempo para el dolor por su partida. 

La estatura que adquiere con su muerte este dominicano excepcional nos obliga a todos, para mantener su recuerdo, a ser cada día más solidarios y a pesar de todo, dar un espacio en nuestras vidas a la alegría.


Santo Domingo, R.D., domingo, 21 de noviembre de 2010

http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2010/11/20/167268/Freddy-Beras-Goico

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