jueves, 25 de noviembre de 2010

La presión tributaria del pueblo

Teófilo Quico Tabar

Expertos, funcionarios, políticos,    empresarios,  hablan cotidianamente de    Presión Tributaria, Ingreso Per Cápita, etc., sin embargo, no todos los que los escuchan o leen tienen  conocimiento pleno de lo que  significan, y aunque constituyen fórmulas   aceptadas académicamente y por casi todos los organismos internacionales, hay quienes opinan que   no reflejan las realidades que viven la mayoría de las personas y las naciones.

La fórmula para calcular el ingreso Per Cápita ha sido calificada como  la más injusta  manera de medir la real riqueza o pobreza colectiva de un país, porque   no se necesita ser funcionario, político ni experto para entender que    sumando lo mucho que tienen unos pocos con lo poco que tienen las mayorías y dividiéndolo entre todos, constituye una forma bastante simplista  de determinar una realidad.

Al igual que en las elecciones, donde los votos  de ricos y pobres valen iguales,  la manera de establecer el ingreso Per Cápita es de las pocas veces en que se colocan en un plano de igualdad a los  empresarios y millonarios con  sus empleados, choferes, domésticas, serenos, lava carros, vendedores ambulantes, desempleados, e incluso con los  pordioseros. 

Pero lo mismo ocurre cuando se habla de Presión Tributaria, un concepto comúnmente utilizado por analistas y funcionarios, especialmente cuando coyunturalmente se debate sobre la situación fiscal de un país y la necesidad de implementar nuevas reformas tributarias que permitan incrementar dicho indicador.

La importancia para los expertos de este indicador radica en que permite medir la intensidad o carga con que un determinado país grava a sus contribuyentes a través de la imposición de tributos. Esto facilita al Estado la toma de decisiones y aplicación de políticas tributarias que deriven en cargas “equitativamente” distribuidas entre los contribuyentes sobre la base del principio de capacidad productiva.  

Pero eso no es lo que ocurre en la práctica, pues lamentablemente los que menos ingresos tienen al final resultan los más perjudicados, porque difícilmente puedan aumentar sus ingresos, mientras todas las cosas que consumen o requieren para subsistir, de alguna  manera  sufren alzas de precios que los perjudican.

Desde que amanece, especialmente los  de menos ingresos y los que no cuentan con mecanismos para deducir o transferir  impuestos, todo lo que consumen o utilizan están cargados de impuestos: leche,  víveres, arroz, habichuelas, pollo, gas, combustible, pan, salchichones, sardinas, alcohol, ropa, zapatos, teléfonos, alquileres,  absolutamente todo.

Resultaría un buen ejercicio que algún día se  determine cual es la real presión tributaria, pero fragmentándola por grupos de ingresos, no con la fórmula actual,  porque una cosa es la presión tributaria del país y otra la presión que sienten las personas según sus ingresos.

Ojala se estableciera  otro método de calcular el ingreso Per Cápita, y que  a partir de ahí, conociendo la presión real de cada grupo económico,  se puedan establecer impuestos verdaderamente equitativos, porque los pobres no tienen  válvulas de   escape tributario, sino mecanismos de defensa social. Cuidado con eso. 

Santo Domingo, R.D., jueves, 25 de noviembre de 2010

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