Leandro Guzmán
Seguramente que muchos jóvenes inteligentes de nuestro país, estarán preguntando por qué la figura del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina siempre está en el tapete. Muchos de ellos están en contra y muy pocos a favor de la real o aparente vigencia de Trujillo, pero es obvio que se habla de él y se escribe sobre él, y, con frecuencia, en los medios de comunicación se le menciona hablando en presente.
En primer lugar, es preciso decir que, a lo largo de la historia, las figuras de los tiranos siempre han originado controversias. En el caso de Trujillo, la vigencia de ese fantasma se debe a ocasionales libros o escritos acerca de su figura, pero además, ocurre porque tras su ajusticiamiento el 30 de mayo de 1961 no se produjo un cambio profundo en la política dominicana.
La maquinaria represiva trujillista quedó intacta, con sus respectivos jefes dirigiendo los organismos militares y policiales. Pero también, siguieron incidiendo en la vida pública muchos funcionarios, personas que cambiaron de aspecto, como los camaleones, amparados por Joaquín Balaguer como presidente de la República.
Hay que señalar que durante los 20 años que tuvo Joaquín Balaguer en la presidencia de la República, en períodos alternados, se aplicaron medidas represivas típicas de la dictadura trujillista. Pero, además, ni en las escuelas públicas ni en los centros de educación privados se les habló a los estudiantes de aquel período ominoso que significó la tiranía, mucho menos de los métodos de terror empleados para mantener al pueblo dominicano bajo la opresión más bárbara que se recuerde en América Latina.
La nebulosa histórica vigente hasta que los grupos populares comenzaron a organizarse, se complicó más por el surgimiento de una literatura trujillista, que tuvo buen público, debido a la curiosidad que todavía hoy existe por saber la verdad.
Entre esa literatura, naturalmente, figuran aquellos libros que ensalzan a Trujillo, como uno publicado hace varios meses que todavía es objeto de debate. La autora, Angelita Trujillo, hija del tirano, pretende confundir al pueblo al narrar, de manera acomodaticia, ciertos sucesos ocurridos durante la tiranía, incluso con la despreciable práctica de enlodar reputaciones.
El esposo de la autora vuelve ahora a repetir las mismas mentiras al tratar de defender ese libelo, como por ejemplo afirmar que el horrible asesinato de las hermanas Mirabal fue una trama de don Luis Amiama Tio, vía el general Pupo Román (como era conocido el general José René Román Fernández), entonces secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, supuestamente porque con esas muertes el régimen se iría a pique.
Se trata una burla y un desprecio a la inteligencia natural de los dominicanos.
¿Qué hubiera sucedido si el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), con el tenebroso Johnny Abbes García a la cabeza, se hubiera enterado de esa decisión a espaldas de Trujillo?
No hay que ser muy inteligente para deducir que todos los implicados en esa trama hubieran sido fusilados sin contemplaciones.
Los que escriben para tratar de resucitar a un fantasma horroroso, afincándose en que existe delincuencia e inseguridad, junto a múltiples problemas económicos, tienen que reconocer que, aunque sea con mucha lentitud, la democracia dominicana avanza, sin necesidad de torturas, prisiones ilegales, desapariciones, ni exilios forzosos, como sucedió en la funesta Era de Trujillo.
¡Basta ya de propaganda trujillista! ¡Basta ya de tratar de deformar la verdadera historia! ¡Basta ya de crear confusión tratar de enlodar figuras señeras dominicanas!
Entre las figuras que se ha pretendido enlodar, está Roberto Cassá, destacado historiador y un intelectual honrado que es un ejemplo para la juventud dominicana.
Santo Domingo, R.D., jueves, 27 de enero de 2011.
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2011/1/27/73312/Vigencia-de-un-fantasma
1 comentario:
Gracias, REBT.
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