Domingo Porfirio Rojas Nina
Dos colosos de la ciencia de Aristóteles, con diferentes concepciones, pero con amplia visión sobre la necesidad de producir transformaciones sustanciales en el modelo político social, con algunos inconvenientes y excepciones, terciarán en la convención perredeísta del 6 de marzo: el ingeniero Miguel Vargas Maldonado y el agrónomo Hipólito Mejía Domínguez.
No escapa al conocimiento ciudadano, las pugnas, divisionismo y malquerencia existentes entre dirigentes del PRD, como en el PLD, Reformista y otras agrupaciones, acentuándose, lamentablemente, en provincias y municipios donde el PRD mantiene las puertas cerradas a personas con liderazgo y simpatía, bajo celos infundados de quienes no admiten que la política es suma y multiplicación y a todos llega la hora 25 de la que habla Constacio C. Vigil en esta interesante obra.
Ellos están centrados en esfuerzos loables, en busca cada cual del voto, lo que no debe repetirse en frases atropellantes, que ofendan a la dignidad de ningunos de ellos, bajo los escarceos del odio iracundo; pues las ideas sólo se combaten con ideas y nadie puede olvidar que, en política, el adversario puede ser el gran aliado del mañana. Pocos pueden afirmar “de esta agua no bebo yo”, porque, a quien escupe hacia arriba, le cae la burbuja en el rostro, dice el refrán.
La unidad, concertación y comprensión, en el partido de José Francisco Peña Gómez tienen que imperar, pues, de lo contrario vendrá la catástrofe, y las masas y el pueblo señalarán a los responsables con el índice acusador, que ojalá nunca vuelva a ocurrir como en el pasado en ninguna parcela partidaria, pues, como decía Telleyrand: “Una falta en política es peor que un crimen”.
La comisión que dirige los destinos de la convención de marzo, integrada por estrellas refulgentes, moralidad, honradez, valentía y decoro, con una luminosa trayectoria en el discurrir de sus vidas, debería reunir a Hipólito y Miguel, a fin de, previo encuentro y redacción, firmar un pacto de la unidad, acuerdo honorable entre las partes. El que ganó, ganó, y, junto a sus seguidores, rendir un póstumo homenaje al héroe nacional, paladín de la libertad, doctor José Francisco Peña Gómez.
Las agrupaciones políticas son los medios en los que se infiere la elaboración de planes para los cambios, desarrollo y estabilidad social, con fórmulas inteligentes y fervor patriótico. Ellos pueden entrar en la formación estructural del Estado.
Los dirigentes líderes o conductores deben ser paradigmas de tolerancia, enalteciendo sus nombres y prestigio.
Me permito copiar esta inspiración del poeta mexicano Amado Nervo: “Hay algo tan necesario como el pan de de cada día y es la paz de cada día; la paz, sin la cual el mismo pan es amargo”. Danos señor, la paz de cada día, debíamos añadir al Padre Nuestro. Se impone la unidad. Como refería Aristóteles en “Ética a Nicómaco”, los partidos deben admitir en su tarea política a mucha gente de alta calidad humana que, sin egoísmo, pueda dar un paso hacia adelante en la cohesión de los principios con ánimo o espíritu de equidad.
En la definición de cada partido, este principio debe estar presente.
Santo Domingo, R.D., viernes, 04 de febrero de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario