miércoles, 30 de marzo de 2011

Caudillos y lacayos...


LILLIAM OVIEDO

Consumado el hecho, se puede decir que deja al descubierto la vocación caudillista de Leonel Fernández y su decisión de pelear contra quien le dispute el favor del poder imperialista. Trata de quitar del camino los obstáculos que podrían impedirle permanecer en el Palacio Nacional después del 16 de agosto del año 2012.

 Después de asistir a un acto en el cual legisladores colocados por él (usando los recursos del Estado) en el Congreso Nacional le presentaron (sin preocuparse por contarlas bien o por probar que son auténticas), más de dos millones de firmas solicitándole que se postule de nuevo, no cabe decir que el presidente de la República es un déspota moderno. Es, sencillamente, un déspota, y utiliza lo moderno, pero no desecha ciertos recursos, que son  muy antiguos y están muy desacreditados.

 Asistió junto a su esposa,  para dar carácter ceremonial a la recepción  y para enviar un mensaje al centro del poder imperialista y a la parte del poder permanente a nivel nacional que considera violatorio a la Constitución el intento de que él inscriba de nuevo su candidatura.

En el interés por lograr este objetivo, encontró el desenfado necesario para llegar al Palacio de los Deportes y subir al escenario que fue preparado para que él pronunciara un discurso. ¡Qué descaro!

Se presentó como garante del triunfo del Partido de la Liberación Dominicana.

Más que un mensaje al PLD y a los votantes, fue un mensaje al poder imperialista, cuya voluntad  es decisiva en el proceso.

Leonel Fernández sabe que Hipólito Mejía, quien se autodefine sin sentir vergüenza como lacayo del imperialismo y sin sentir asco o remordimiento envió soldados a Irak en el año 2003, puede ser visto por el poder estadounidense como un ente que no garantiza estabilidad.

Sabe también que Miguel Vargas, Pelegrín Castillo y otras figuras sin carisma, no representan para Estados Unidos opciones en el corto plazo.

Asume una pose de apego a la institucionalidad, desmentida por su presencia misma en el escenario en que habla, diciendo que las firmas que buscaron sus seguidores se convertirán en votos, con su propia acción y la de los organismos del PLD... Pero es pura pose, puesto que las “firmas” son por la reelección.

Le recuerda con ello al poder estadounidense que no tiene en este país siervo probado y con altas calificaciones como Juan Manuel Santos en Colombia o Sebastián Piñera en Chile, y le dice que un tercer mandato suyo (el imperialismo es pragmático y no tiene principios) es garantía de continuidad del autoritarismo. Y, claro, le pide que siga confiando en él.

 Ante el imperialismo, es servil como el que más. ¿Heredero de Joaquín Balaguer o árbol nacido de mala simiente? Es lo mismo.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 30 de marzo de 2011.

 http://www.elnacional.com.do/opiniones/2011/3/30/79163/Caudillos-y-lacayos

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