miércoles, 30 de marzo de 2011

Favorable incertidumbre

ORLANDO GÓMEZ TORRES

El ámbito político dominicano se ha impuesto sobre sí mismo una dependencia de la decisión del presidente Leonel Fernández respecto de su reelección. Mientras todos parecen aguantar la respiración en expectativa de lo que salga de su boca, el presidente disfruta de la comodidad que desde el punto de vista político este silencio le ha otorgado.

 Una de las importantes debilidades que actualmente agobian al PRD es la ausencia de discurso. Ninguno de sus principales precandidatos ha podido enarbolar algún argumento creíble o, más importante aún, pegajoso, que no sea enteramente Leonel-dependiente.

Al no tener un rival cierto de frente, tanto a Miguel como a Hipólito no les queda otro remedio que enfilar sus cañones contra ellos mismos, lo único realista a lo que pueden enfrentarse. Naturalmente, se le echa leña al fuego de la división perredeísta.

Adicionalmente, la indecisión ha servido a Leonel para hacer una demostración de poder en el PLD. Contrario al 2008, el liderazgo interno en su partido no ha asumido posturas desafiantes, sino todo lo contrario, todos han adherido el futuro de sus propias aspiraciones a lo que eventualmente decida el saliente presidente.

 Con todo el espectro político dependiente de él, la posición del presidente Fernández es ciertamente cómoda, pero las presiones internas de sus más fervientes seguidores podrían obligar a un quiebre indeseado de esa postura, algo para lo que Leonel aún muestra notoria resistencia.

 Ahora mismo, y desde hace varios meses, la decisión del presidente de si relanzarse o no es políticamente irrelevante, las alternativas están claramente definidas y, en cualquier caso, los plausibles escenarios resultan en cierta medida predecibles. Lo que realmente amerita una aclaración son los deseos de Leonel Fernández.

 Con su partido postrado ante él, y una oposición incapaz de patear el tablero, hoy estamos en un escenario que solo se ha visto una  vez en la historia política de la República Dominicana, y  fue en el año 1996. Leonel Fernández tiene la posibilidad de elegir, curiosamente, a su propio Leonel.

 En la primera ocasión, al igual que en ésta, la decisión vino puramente definida por la personalidad de una persona, de ella derivó la destrucción de un partido político a costa de la supervivencia de una figura. La situación es la misma, los posibles desenlaces son los mismos, las personalidades, sin embargo, son distintas y en esencia, eso definiría los resultados.

 La pregunta no es si ¿"va o no va”? La pregunta es ¿"lo digo o no lo digo”? Y, valorando los resultados hasta ahora obtenidos, guardar el silencio, ciertamente ha dado resultados positivos, tanto para la figura como para su partido.

Seguidores, precandidatos internos y opositores, dan por sentado y están preparados para actuar una vez Leonel Fernández anuncie su decisión. Pero una pregunta interesante que, tanto la oposición como a lo interno del PLD deberían empezar a hacerse, es: ¿Que ocurriría si Leonel Fernández opta por nunca hacer pública su decisión?

Santo Domingo, R.D., miércoles, 30 de marzo de 2011.

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