que se proseguirá y profundizará los
programas exitosos que ejecuta el gobierno..?
Pedro Caba
La particularidad de la posible reelección en República Dominicana es única en América Latina, por cuanto está condicionada por la falta de institucionalidad bien afincada, por la ausencia de un proyecto de nación aceptado por todos y porque solo uno de nuestros liderazgos políticos actuales luce acabado y fiable. ¿Por qué no fue posible la reelección de Lula, Bachelet y Uribe?
En los casos de Lula y Bachelet porque ya en Brasil y Chile fueron superados los cuartelazos, dando paso a estructuras partidarias maduras y repletas de líderes garantes de proseguir adelante dos de los procesos económico-sociales e institucionales paradigmas mundiales de las naciones en crecimiento. De haber procurado proseguir en el poder, ambos líderes latinoamericanos habrían expuesto sus sistemas políticos a tensiones innecesarias, levantando obstáculos a la consolidación de ejemplares sociedades en la antesala de abandonar, para siempre, el atraso.
Uribe lo intentó, y la mayoría de los colombianos estaban dispuestos a imponerlo democráticamente en las urnas, pero si bien en Colombia escasean los líderes con los aprestos y clara visión para desterrar la narco-guerrilla y propiciar la inversión y el sano desarrollo económico y social, le faltó el respaldo de los jueces supremos, quienes echaron a un lado la impronta para afincar ese poder del Estado, sin reparar que su propia existencia está condicionada a la erradicación del mal mayor.
En República Dominicana de hoy se transita, exactamente, por los caminos de Chile y Brasil, siendo el primero el modelo adoptado para el establecimiento de un sistema de seguridad social, cuyos primeros resultados son ya esplendorosos, y adoptando del segundo su plan de combate a la pobreza (a veces, hasta con los mismos programas), devolviendo a los dominicanos la ansiada gobernabilidad. Como resultado, aquí como allá fluyen las inversiones extranjeras en turismo, minería, transporte, comunicaciones, y se desarrolla en forma incipiente pero auspiciosa un relanzamiento de la agropecuaria orientado a la exportación y la autonomía alimentaria, incentivada por ser la única nación del Continente con acceso privilegiado a Estados Unidos y a la Unión Europea. ¿Por qué, entonces, no posibilitar el relevo, en la seguridad de que se va a proseguir por el mismo sendero?
La respuesta a esta interrogante es la que se hace y responde el pueblo, cuando le consultan y prefieren a Leonel por encima de cualquier otra opción de las que actualmente se bailotean en el escenario político.
¿Quién está en condición de asegurar que se proseguirá y profundizará los programas exitosos que ejecuta el gobierno, generando seis años consecutivos de crecimiento con estabilidad macroeconómica, si todas las opciones, de dentro y de fuera, se levantan sobre el predicamento de demeritar cada uno de los ostensibles logros? ¿No es eso falta de conciencia institucional, provenga ésta de los políticos que dan la cara o de las familias que todavía se niegan a compartir las riquezas que generan?
El proyecto de nación de Leonel se ejecuta desde el momento mismo en que tomó el poder, en 1996, cuando desreguló la economía y la interrelacionó con las regiones cercanas, destrabó la parálisis de las empresas públicas, modernizó la administración pública y posibilitó la instauración de un sistema judicial autónomo. Ahora es el abanderado de una Estrategia Nacional de Desarrollo que él mismo se impuso al proponer el nuevo Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Todos los sectores de la vida nacional tienen ahora la oportunidad de labrarse, por medio de esta Estrategia, su propio porvenir.
No se necesita de un profundo ejercicio para concluir que es el garante para llevar esta Estrategia a feliz término.
Leonel se aplicó a fondo junto a su PLD, buscó y obtuvo el respaldo popular para obtener una mayoría congresional por los próximos seis años. Ya antes conformó y logró respaldo político para una amplia y moderna reforma constitucional que completa un cuadro institucional en procura de legitimar todo acto público o popular ejercido con plena libertad de derechos.
Si a esto le agregamos que su liderazgo se enseñorea en medio de disputas que rondan una profunda crisis de sus principales opositores que pudieran relevarlo, sería un verdadero desperdicio, además de insondable aventura, interrumpir su plan de nación. Tenemos, los dominicanos, una oportunidad histórica que quizá jamás se repita.
Santo Domingo, R.D., viernes, 25 de marzo de 2011.
http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2011/3/24/182306/Oportunidad-historica-que-quiza-jamas-se-repita
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