domingo, 27 de marzo de 2011

Paciencia de Job, enseñanza de Churchill y Convención del PRD

Pocas horas después de que se conocieran los resultados de la pasada Convención del PRD, recibí la visita de un apreciado amigo, quien me manifestó preocupación por la actitud que yo pudiera adoptar por los resabios y desatinos de mi contendiente y de su grupo antes, durante y después de la convención.

Indiqué, con toda la tranquilidad y honestidad que me caracteriza, que esperaría la confirmación de la victoria oficialmente, por parte de la Comisión Nacional Organizadora, y que para responder a todas las incongruencias lo haría, como dice el pueblo, “con sangre de maco”. Mi amigo me dijo que ese sentimiento era válido, pero que era conveniente expresarlo con otras palabras.

Job.

Reflexioné el planteamiento y declaré a los medios de comunicación que desde el principio hasta el fin de este proceso, actuaría con la paciencia de Job, el personaje bíblico que por más calamidades que vivió nunca perdió la fe. Así lo he dicho, así lo he hecho y así continuaré, sin perder la fe en la unidad del PRD y en que los perredeistas alcanzaremos el poder en las elecciones del 20 de mayo del año próximo.

¿Por qué me referí a Job? Sencillamente porque en la reflexión que hice tuve como guía básica las enseñanzas religiosas que recibí primeramente de mis abuelos y mis padres, en Gurabo, y luego de parte de los Jesuitas, en los años mozos cuando estudiaba en el Instituto Politécnico Loyola, de San Cristóbal.

Después que concluyó mi período presidencial en el 2004, he disfrutado de las conversaciones con familiares, amigos y relacionados, y con mis compañeros de partido, sobre lo veleidosa que es la política. Por esa razón, quienes nos involucramos en esta actividad con sentido de servicio a la comunidad, debemos estar preparados para todo, incluyendo las más injustas y descabelladas acusaciones, como ha pasado conmigo, y como pasó con nuestro líder histórico, José Francisco Peña Gómez.

Me ha servido la reflexión acerca de la obra de Winston Churchill, quien aconseja en su famosa Historia de la Segunda Guerra Mundial, sobre la forma de comportarse en la guerra, en la derrota, en la victoria y en la paz.

Sir Winston Churchill.

Churchill dice que en la guerra hay que actuar con determinación. Así me he  comportado, por ejemplo como empresario, tratando de conquistar mercados para los productos y servicios que ofrecen mis empresas agrícolas. Esa misma forma de actuar la he mantenido frente a mis adversarios de otros partidos y ante los compañeros con quienes he competido en múltiples luchas y a quienes siempre he tratado con el debido respeto.

Churchill plantea que en la derrota hay que ser desafiante, y en esto pienso lo contrario. Siempre he asumido mis fracasos con prudencia y dignidad, aceptando sin regateos que perdí y que otro se llevó el triunfo. Así lo hice cuando competí por la senaduría de mi provincia, Santiago, en 1982, y actué de la misma manera cuando no pude alcanzar la vicepresidencia, acompañando en la boleta a mi eterno líder, el compañero José Francisco Peña Gómez, en 1990.

Como soy reiterativo en decir la verdad, aunque algunos piensen que en ocasiones podría hacerme daño, digo que el pueblo fue testigo de que en el año 2004, aunque apenas se habían divulgado unos cuantos boletines por parte de la Junta Central Electoral,  reconocí que el doctor Leonel Fernández había sido electo en las elecciones.

Habría actuado de la misma forma, si no hubiera alcanzado la victoria en la Convención interna realizada el domingo 6 de marzo.

En lo que sí coincido plenamente con Churchill es en ser magnánimo en la victoria. Es bueno recordar que cuando gané la nominación a la Presidencia de la República para los comicios del año 2000, incorporé a mi equipo de campaña a todos los compañeros que internamente me adversaron. Fue una lucha entre compañeros, en familia.

Una vez electo Presidente de la República, nombré a todos mis adversarios en la competencia interna del PRD en altos puestos de la administración pública. Ellos compartieron junto a mí el ejercicio pleno del poder político, sin ninguna cortapisa.

Eso demuestra que soy franco y que no abrigo resentimientos ni deseos de retaliación. Lo que los dominicanos necesitan es que en el PRD todos nos abracemos como lo que somos: hermanos ideológicos que lucharemos para devolverle la esperanza a nuestro pueblo, trabajando por una vida mejor, pero para todos y todas.

Y para concluir, sólo debo decir que Churchill señala que en la paz hay que tener buena voluntad y yo agrego que esa buena voluntad adorna todos los actos de mi vida. Cuando me he equivocado lo he hecho de buena fe y he tenido la humildad de reconocer públicamente mis errores, como ocurrió con el proyecto reeleccionista que promoví, del cual luego me arrepentí y por el cual creo que pagué mi penitencia.

Ahora, en el PRD sólo nos queda el camino de la reconciliación, como una condición indispensable para el triunfo en el año 2012, porque como enseña la Biblia “la casa dividida no prevalecerá”.

Santo Domingo, R.D., domingo, 27 de marzo de 2011.

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