LUIS PÉREZ CASANOVA
El alboroto que ha surgido en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con la pre-candidatura de la Primera Dama contrasta con la praxis electoral exhibida por esa organización para afianzarse en el poder.
No se entiende cómo un partido que ha fomentado el transfuguismo para conquistar plazas electorales pueda objetar la partipación en la contienda interna de una figura cuya trayectoria la erige en un valioso activo.
Tratándose de la esposa del presidente Leonel Fernández y aupada por las mismas fuerzas que fracasaron en el proyecto reeleccionista, es obvio que su candidatura pesa. Y lógicos los recelos de los aspirantes.
Pero hay que acostumbrarse a las reglas del juego democrático, obviadas en múltiples circunstancias por el PLD cuando se trata de ganar algún capital político. La Primera Dama tiene que estar más identificada con la causa del peledeísmo que los perredeístas que han sido reclutados para fortalecer las perspectivas de poder de la organización. Y que los tránsfugas que se han alineado en torno al peledeísmo, ya sea por el derecho a la subsistencia o por la ración del boa.
Pero también cuenta a su favor que se trata de una candidatura fresca y novedosa, que por demás también inspira respeto. Que su labor social esté sustentada por el poder antes que descalificarla, la enaltece. Muchos con las mismas posibilidades no han podido exhibir los logros que se le atribuyen.
Si existe alguna razón de más peso para objetarla se debe tener el valor de hablar con claridad. Aunque es bien sabido que la falta de sinceridad es uno de los factores que torna más enrevesado el quehacer político.
No sé a qué se puede deber el alboroto por una candidatura en un partido que hace tiempo dejó de ser ideológico para convertirse en maquinaria electoral. Es paradójico que haya más objeción a la nominación de la Primera Dama que contra los frustrados aprestos reeleccionistas.
Santo Domingo, R.D., lunes, 18 de abril de 2011.
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