lunes, 18 de abril de 2011

Dilema morado


El Bulevar de la vida//
PABLO MCKINNEY
pablomckinney.com

El año 1999 Milagros superaba ampliamente a Hipólito en formación, experiencia política, y por supuesto en aportes de todo tipo a nuestra democracia.

Para entonces, ya Milagros era una estrella con todas las luces encendidas.

De Hipólito, además de su buen desempeño al frente del ministerio de Agricultura, su mejor credencial era su comportamiento sin poses, su laboriosidad, y su forma franca y paternal.  Sin embargo, en una contienda democrática y transparente, Mejía, (sencillo como un mesero, corajudo como un felino en celos), derrotó a la muy dama, mucho a poquitito.

Y la historia se repitió en 2007, frente a un Miguel que hasta tres años atrás era no más que un empresario exitoso, hombre bueno, de muy buen y envidiable  gusto, jefe de las finanzas del PRD, con un buen desempeño al frente del ministerio de obras públicas, y eso sí, solidario como un cura de barrio. Si bien tenía y tiene unos recursos económicos que en 1999 Mejía no poseía, -ni hoy tampoco-, en su contra jugaba su timidez, frialdad, justo y lo contrario de Hipólito. Pero he aquí, que a las bases del PRD no le preguntaron quién era el más preparado entre Milagros y Miguel, ni siquiera quien era el que acumulaba mayores aportes y sacrificios por el partido blanco. Esas racionalidades no son asunto de las grandes masas de votantes.  Se trató de que en ambas ocasiones, las masas perredeístas consideraron que, primero con Hipólito y luego con Miguel, era más factible su regreso al poder. Y ahí está el detalle. Vainas de la democracia. (En política, como en la vida, es importante comprender los procesos y no morder la mano que te dio de comer e incluso te dio las oportunidades de llegar a tener un almacén.)

En política, como en el arte popular, no gana el más afinado ni el más acompasado, (si fuera así, el Mayimbe no fuera el más querido,) sino quien por diversas razones conecta con los votantes, con las aspiraciones de un mercado electoral determinado. Y conste que no se trata tan solo de clientelismo y ayudas, sino, Egmidio Sosa, del Plan Social de la Presidencia; o el vice Alburquerque, jefe de los planes solidarios, encabezarían después de Leonel las preferencias peledeístas.  

¿Con cuál candidato tiene un partido mayores posibilidades de conquistar o mantenerse en el poder? He ahí la pregunta shakesperiana.

No importa que sea un simple miembro hembra (el que escribe “miembra” es capaz de matar a su abuela) de un “simple comité de base”; porque puede ocurrir, como ocurre, que esa miembro hembra “de un simple comité de base” tenga cuatro años situada entre los tres miembros de su partido con mayor porcentaje de intención de votos en todas las encuestas de cierta credibilidad. 

Si por purita meritocracia geriátrica se eligieran los candidatos, en 1996 Leonel  nunca hubiese sido candidato presidencial de un partido donde ya estaban omnipresentes, eminentes e inminentes, influyentes y terribles, los Felucho, Euclides o Franklin. Pero el pueblo peledeísta habló y ahí están los resultados.

Los peledeístas, TODOS, tendrán en junio (y sin enero) la oportunidad de elegir a quien ellos consideren garantiza la permanencia de su organización en el Palacio. Ese es su dilema, el nuestro,  -el de los mortales enamorados de colmadón, Casa y Zona-, es el de Juan Lockward y sus canciones, “el “Dilema” de “Una página blanca” frente a una “Guitarra bohemia”… “Cuando yo te olvide.”

Santo Domingo, R.D., lunes, 18 de abril de 2011.

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