martes, 19 de abril de 2011

Semana Santa electoral del 1986


Eduardo Álvarez

La Semana Santa de 1986 fue una semana electoral. Las encuestas eran, entonces,  auspiciosas para Jacobo Majluta. Le daban más de un 60% al “virtual ganador”. Llegaron a otorgarle 70%. No es necesario señalar la  euforia y júbilo que estos pronósticos despertaron entre los seguidores del candidato del PRD.

Los reformistas, aparentemente relegados,  se mantenían en pie de lucha. Alternativamente estancados y entusiasmados, acortando distancia del puntero PRD. Balaguer, a decir de los analistas, sin posibilidades, “estaba prácticamente liquidado”.

Una mezcla de euforia y encuestas. Una conjura de periodistas, estrategas, encuestadores y políticos. Engañosa en tanto conjura. Triunfalismo como efecto.  Todo visto desde el Distrito Nacional, por supuesto.   Centro urbano que siempre pretende imponer sus directrices. De donde emanan los pronósticos. Agoreros y auspiciosos, según el caso. Como sopla el viento.

Pero la Semana Santa, así como consagra rescata las tradiciones cristianas,  es una  suerte de frontera que separa, en las contiendas electorales, los resultados virtuales de los reales. Aquel 1986 fue así. A contrapelo de estudios y proyecciones que anunciaban al “inminente ganador”,  la historia es otra.  

Me cabe rememorar, como testigo de excepción, algunas vivencias de los acontecimientos que dieron al traste con un “triunfo inminente e irrefutable”.  Como parte del  comando elite de comunicación del candidato Majluta,  tuve la oportunidad de conocer algunas interioridades de la campaña, por lo menos en la parte que me tocó compartir con los colegas Pedro Caba, Rachid Zaiter, Eurípides  Herasme Peña, Luis Armando Asunción, Juan José Ayuso, Felifrank Ayuso, Ricardo Winter, Violeta Yangüela, Mary Kasse y José Rafael Vargas.

Semana por semana  crecía el entusiasmo. Lo que empezó como una mesa de discusión, con serias y serenas  ponderaciones, se había transformado, por efecto de las encuestas, en sesiones de celebraciones y alegres reparticiones de cargos. Embriagados de triunfo nos tomó de sorpresa la Semana Mayor.

Aprovechamos el alto en las tareas que demandan esas pascuas,  me fui a recorrer las playas del litoral norte. Siete días viajando por campos y ciudades desde Samaná hasta Montecristi nos abrieron los ojos. Despertar y ver una realidad que los periódicos ni la televisión difundían. “El pueblo no tiene quien les escriba”. Balaguer no estaba acabado, como nos empeñábamos en creer y hacer creer a los demás. Era aclamado y reclamado en las calles. Nosotros teníamos a un buen candidato. Los reformistas reivindicaban un sentimiento. Nos ocupábamos de lo virtual, de conducir o torcer la realidad. Pero la realidad, como la verdad, es tozuda.  Evidentemente, vivimos en dos países, uno virtual y el otro tan real y tozudo como el plátano.

Violeta Yangüela.

Reiniciadas las sesiones del comando elite,  reporté la experiencia vivida en aquella Semana Santa. “No estamos tan ganados como dicen las encuestas”, concluí. Más que de asombro o alerta, la reacción del grupo fue de rechazo. Sólo Violeta Yangüela  y Don Yiyo Herasme Peña me concedieron el beneficio de la duda, invitando a ponderar las observaciones y temores externadas. Pero la moción de estos colegas y amigos fue rechazada de plano. La población rural se había reducido notablemente durante los últimos diez años, concentrando el mayor número de votantes en las grandes ciudades, fue el argumento esgrimido para invalidar  mis “empíricas y pesimistas observaciones”

Como respuesta al atrevimiento de poner en duda el “seguro triunfo” del candidato, fui sacado del grupo de discusión. De manera sutil, desde luego. Por disposición superior, me colocaron al frente del equipo de comunicación y propaganda del candidato a síndico Rafael Suberví, quien había solicitado a este equipo un apoyo en ese sentido. 

A partir de ese punto, huelga continuar este relato. La historia está escrita. Balaguer ganó y gobernó durante 10 años a partir de 1986. Suberví fue electo síndico del Distrito por el cuatrienio 86-90.

Santo Domingo, R.D., martes, 19 de abril de 2011.

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