sábado, 5 de noviembre de 2011

Entramado de idiotas


Yasir Mateo Candelier 

Nuestro primer idiota llega a un edificio de condominios y se aparca en un lugar que no le corresponde. De inmediato aparece el segundo idiota. Reclama su espacio de aparcamiento a una mujer. La tercera idiota baja a discutir con el segundo idiota porque el primer idiota no movió su carro del aparcamiento que no le correspondía en el momento oportuno. Malas palabras. Forcejeo. La tercera idiota se queja ante un cuarto idiota que ese día, además de idiota, iba a aumentar el poblado número de idiotas asesinados por otros idiotas en el país de los idiotas. 

Aparece el cuarto idiota. Saca su arma. En el país de los idiotas todos tenemos una. Por eso el segundo idiota tenía una pistola empuñada. Listo para descerrajarle al cuarto idiota 10 disparos que le dejaron irremediablemente muerto. El ruido de los disparos alerta a los demás idiotas del edificio. La familia del idiota que creía que estaba disparando contra talibanes en Irak o Afganistán, dice que el asesinato está justificado. Por un aparcamiento. Dos líneas de pintura amarilla sobre el pavimento. Un alargado hito horizontal con un número. 10 disparos. Muerte. Dos familias destrozadas. 

En el país de los idiotas en interior y policía preguntan: ¿Es usted sagitario o piscis? Y sea cual sea su respuesta le autorizan el porte y tenencia de un arma. ¿Acompaña usted la carne con guineítos o con yuca? Y ve usted salir contentísimo a cualquier idiota con una pistola del calibre 45, una escopeta o una ametralladora.      

En el país de los idiotas nadie respeta la propiedad privada. Todos los idiotas se creen con derecho sobre el derecho de los demás. 

En el país de los idiotas la mujer idiota es tutelada por un macho idiota. 

El país de los idiotas se considera superior y llama grupo de idiotas a los que viven al oeste de la isla. Porque los idiotas de la parte este, además de idiotas, no tienen educación ni cultura ni civilidad. No importa que vivan en un barrio privilegiado. Por eso un negrito que vino del oeste y trabaja como portero en uno de esos condominios de adinerados trama la muerte de dos idiotas que le molestan y que viven en el mismo edificio en el que trabaja. Su plan es borrar el número de los parqueos de ambos idiotas, para pintarlos otra vez. Intercambiados. Y presenciar como se matan con entusiasmo por un aparcamiento los dos idiotas que piensan que el idiota es él. Por dos líneas de pintura amarilla sobre el pavimento. Un alargado hito horizontal y un número. 

Santo Domingo, R.D., sábado, 05 de noviembre de 2011. 

No hay comentarios:

Translate