jueves, 19 de enero de 2012

¡Que nada detenga nuestro avance!

  

Ignacio Nova

Languideciendo; balbuceando palabras que ni a duras penas resultan convincentes; cayendo por las pendientes del marasmo; confiado sólo en que los ingenuos se traguen la espina de sus ofrecimientos; arrodillado irracionalmente ante el chepazo; conjurando embrujos en los altares del enriquecimiento ilícito; construyendo su casa sobre las arenas movedizas de las irrealidades; comprando toda consciencia que decida ponerse un precio y una etiqueta; simulando no habitar la cueva de las atrocidades en la que resultó el CC y el CP de su organización; con las denuncias de corrupción hechas por sus correligionarios persiguiéndolo; satisfecho con los resultados personales que le prodigan los desaciertos dolorosos de dos ejercicios de gobierno que atrasaron al país mucho más atrás del 2004; cómplice hasta el tuétano del ejercicio gubernamental diseñado por él y ejercido por su otrora pupilo y compañeros para hacer del PLD alto y del PLD medio los burgueses y tutumpotes del dinero de la ínsula; aliado y en compadrazgo con todo político nacional que en los fondos públicos ve la fuente de la acumulación originaria de sus capitales; con el desprecio de la mayoría de la población a la que sus dos gobiernos han sumido en la hambruna, la ignorancia, la insalubridad y la inseguridad jamás experimentadas en la República; con camiones de dinero para pagar las falsas simpatías; sin nada qué ofrecer más que un supuesto arcano que ante la clarividencia pública sólo se lee como corruptela sin límite e insensibilidad social y se valora como sus signo distintivo..

Con ese pesado fardo viene la candidatura presidencial del oficialismo. Con tal carga le es imposible avanzar. No avanza ya, retrocede, empezó a desplomarse y con las rodillas temblorosas ya rápidamente viene a pedir el auxilio de los bien muertos que puso a perecer bajo las tumbas.

Las señales están por doquier. Abundan. La última: el intento de usar al muerto del PRSC. Primero lo matan, le mandan a no llevar candidato. Con eso deseaban algo que no se les dio: propiciar una polarización que aproximara en algo los números de sus simpatías en el electorado al nivel estelar, galáctico, estratosférico en que la indignación del pueblo harto del PLD y consciente de la reciedumbre, entereza y dignidad política y gerencial de Hipólito Mejía colocan hoy la preferencia nacional por la candidatura PRDísta.

Estaba vaticinado. Ni Edipo comprobó más veracidad en un oráculo. Entre el 15 de enero y el 29 de febrero la candidatura oficialista empezaría a recorrer el camino de los descensos, a despeñarse. Caerá, cuestas abajo, conociendo el estertor. Volverá a pisar los caminos recorridos y a sufrir la condena nacional impuesta por habitar el antro de las atrocidades.

A pesar de su publicidad aplastante, cuantiosa, apabullante. Ella se constituye, día a día, en ofensa mayúscula. En ella, la gente ve el dinero de sus impuestos hechos papeles. Hecho perorata de televisión lo que debería recibir en salud, educación, salubridad, justicia a tiempo e igualitaria y calidad medio ambiental. Así reaccionan, rechazando ese intento de tergiversar las realidades; de engañar a una población que con la gravedad de sus sufrimientos y la carencia de todo tipo constata sin esfuerzo que en el 2004 estaba mucho mejor que hoy. Absortos ante esa publicidad y esa perorata que cada vez le son más ofensivas. Como cuando deben pagar cuentas, servicios y avituallarse en colmados, colmadones y supermercados. ¡Maldicen al oficialismo y a su candidatura! A la hora del consumo y de la incapacidad de satisfacer las necesidades se despeña cada día ese “discurso”.

Al hacer de la mayoría de los miembros del directorio del PRSC meros empleados públicos de cuarta y quinta categoría, el oficialismo, de hecho, ha creado las condiciones para que esas huestes se auto licencien. Después de ellas lo harán los empleados públicos: en la necesidad de preservar sus empleos.

Razones poderosas los empujarán cuestas abajo. Incluyendo la consciencia pública. No hay que ser mago para advertirlo. Pocos o nadie van a la tumba con sus muertos. Es enseñanza egipcia. ¿Por qué toda la corte, artesanos, esclavos, amadas y escribanos debían caer a la tumba de Faraón? Los chinos lo resolvieron magistralmente: sustituciones. Millares de pequeñas estatuillas. Un ejército de terracota, inmóvil en la vida y el tiempo, inalterables como la muerte misma, suplantó a las personas que querían seguir viviendo más allá de la caída fatal de la dinastía. Finalmente, a la hora de las exequias de las monarquías se oyó la proclama: “¡Murió el rey! ¡Viva el rey!”.

Esto lo vivimos hoy. Se aproxima la estampida. En los actos de la candidatura oficialista apenas se ven los mismos rostros, miembros del partido morado, y una publicidad apabullante que vende lo que pocos quieren. Ante tanta publicidad y tan escaso resultado es legítimo decir “Dios mío, qué malo es ese gobierno; qué horrible, esa candidatura”.

Niveles de frustración mayores continúan cosechándose en quienes instrumentalizan con la promesa de empleos o negocios que no serán. De aquí la verdad de unos números que el país volverá a conocer, como rayo de luz que no cesa (¡Ay, Miguel Hernández, pocos tienen la grandeza que hay en tu poesía!). Ellos contribuirán a sepultar la pretensión de responder las ansias populares con arcanos.

Un cadáver. Así viene casi esa candidatura. Desvencijada. Cansada. Envejecida. Triste. Desanimada.

¿Cómo no estarlo? Un simple contador de números y cantor del tintineo de don Dinero la conduce contra el Titán del hacer, el construir, los sembradíos y las cosechas, de la dignidad y la entereza que es Hipólito Mejía.

Así que ¡a arremeter, PRDístas! El adversario está cayendo. Se desploma. Sólo le queda pretender que se sostiene, ufano. Lo apuntala su cadena de falsedades: la maquinaria mediática del oficialismo.

Las últimas declaraciones de la candidatura del PLD no pueden divorciarse de su cinismo característico. Cuando dicen “crecemos”, el pueblo debe leer “La candidatura del PLD se está desmoronando”, “¡Cuidado!”. “¡Cuidado!”. Pronto escucharemos el ¡paf!

Santo Domingo, R.D., jueves, 19 de enero de 2012.

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