CÉSAR PÉREZ
El pacto de “solución” al tema del director
del centro de cómputos de la JCE, rubricado por los presidentes del PLD y del
PRD, por su forma, contenido, las partes envueltas y el origen que lo motivan,
constituye una afrenta. Además, otra demostración de que el PLD y su gobierno
son sordos ante cualquier demanda que se les haga, sin importar razones ni
sector social, político o económico que la formule.
Con esa salida al conflicto,
pretendidamente técnica, se mantiene el problema político que significa la
permanencia en su cargo de un director del centro de cómputos de la JCE
cuestionado por el partido mayoritario y por los partidos que participan en el
presente torneo electoral. Contra todo reclamo, el gobierno y su partido
mantienen su posición de fuerza sobre el tema, imponiendo una pretendida
solución que no despeja las dudas sobre la diafanidad de los resultados
electorales, e introduce como actor político a una institución religiosa que
institucionalmente no se le reconoce como parte política.
Pero, esa virtual demostración de fuerza,
esa impudicia disfrazada de tozudez para no ceder ante el generalizado reclamo
de que del referido centro de cómputos saliera su cuestionado director,
solamente puede realizarse por la complicidad de los principales actores del
arreglo/comedia, por una parte, y por la incapacidad del sector del candidato
presidencial del PRD de resolver el factor Vargas Maldonado, el cual, mientras
más tiempo tomen en despejarlo, más daño hará al proyecto de aquel.
Con el arreglo, el presidente Fernández
potencia un protagonismo que disminuye el candidato de su partido, atiza las
diferencias en el PRD y manda el mensaje de que tiene el control de todas las
instituciones del Estado; Vargas Maldonado aprovecha su referencia
partidario/institucional para tratar de apuntalar su verdadero
proyecto/fijación: impedir el triunfo del partido del cual es formalmente
presidente; el sector hegemónico en la Iglesia Católica, a pesar de que su
principal mediador/agente político evidenció su limitada legitimidad, con su
participación en este arreglo afrentoso busca solidificar su presencia política.
El sector de Mejía podría justificar la aceptación del arreglo,
diciendo que fue informado del mismo y que puede nombrar el “representante” del
PRD en el “directorio” del que forma parte Frías y que controlará Roberto
Rosario; también porque ha servido para bajar las tensiones en las relaciones con Vargas, pero ese arreglo no ha
sido más que otra imposición del gobierno, con la complicidad de un sector
eclesial que siempre se decanta por lo peor y los peores y un intolerable
desconocimiento de la existencia de otros partidos que, independientemente de
sus tamaños, tienen derecho a ser tomados en cuenta al momento de tomarse
decisiones que les conciernen.
Hipólito había expresado su rechazo a
cualquier salida al conflicto que implicase la permanencia de Frías en el
centro de cómputos, ahora debe aceptar lo contrario, pero también reflexionar
que en política, particularmente en los procesos electorales, no se hacen
declaraciones o toma de posiciones si no se tiene la suficiente fuerza para
sostenerlas.
Estamos nuevamente ante un arreglo
afrentoso, fruto de la politiquería, la bellaquería y la pusilanimidad de
determinados sectores de los poderes fácticos y formales del país.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 08 de
febrero de 2012.

No hay comentarios:
Publicar un comentario