Pedro P. Yermenos Forastieri
Sin importar la naturaleza de la empresa de que se trate, no existe mejor parámetro para evaluar su calidad, que el producto que coloca en el mercado.
En ese sentido, los centros educativos, de todos los niveles, no constituyen excepción a esa regla infalible. Sus egresados representan su carta de presentación. No todos, eso es imposible, deben ser excelentes, pero de primar la mediocridad, algo no está funcionando como debiera.
Si creemos lo anterior, tendríamos que concluir que la UASD refleja profundos problemas que le impiden exhibir un resultado académico que implique una digna expresión de su oferta curricular.
Una forma simple, pero efectiva, de evaluar la valoración de los profesionales surgidos de centros de estudios superiores, es indagar su cotización en el mercado. No hace falta abundar para probar que el sector empresarial dominicano, en sentido general, no contempla, a la hora de contratar personal, los egresados de la UASD, salvo pocos casos y siempre que el transcurrir del tiempo evidencie una superioridad excepcional.
Hace unos días, a propósito de los episodios que afectaron la universidad, acudió al programa de radio en el cual trabajo, una comisión de estudiantes, uno pertenece al Consejo Universitario representando sus compañeros, y la forma en que expresaron sus ideas y el contenido de ellas, a todos produjo honda pena.
Soy egresado de la UASD y mi hijo mayor va a ingresar a la universidad y nada me agradaría tanto como que se matriculara en mi Alma Mater, pero tal posibilidad ni se me ocurriría porque quiero que se forme lo mejor posible, que sea competitivo, que aproveche su tiempo.
Ahora bien, lo anterior no me conduce a evaluar el fenómeno con superficialidad y arribar a conclusiones equivocadas por simplistas. Esa situación es síntoma de un problema de la sociedad dominicana. El Estado ha sido responsable al impulsar un sector educativo de baja calidad en el cual, la educación privada apenas es menos mala.
Por algo ninguna universidad dominicana figura entre las mejores de América Latina. Si el todo es malo, sus componentes menos privilegiados serán peores. A los estudiantes de la UASD les tocan los despojos, como a los pobres la salud, la alimentación, la diversión, todo, de pésima calidad. La UASD, en ese contexto, es expresión de un sistema económico, social, político y cultural fracasado. Por eso, esos pobres muchachos son víctimas de un estatus que los aprisiona en su propia calamidad.
Santo Domingo, R.D., viernes, 27 de julio de 2012.
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