lunes, 2 de julio de 2012

La filosofía de la chatarra


HAMLET HERMANN

El periódico El Caribe publicó varias semanas atrás que la Dirección de Inteligencia de la Policía Nacional veía “…con pena, que en lo que va del año (2012) han sido enviadas a la Justicia 110 personas acusadas de robar metales, y otros 40 sospechosos de comercializar con las partes hurtadas.

Del grupo de 150, sólo un individuo fue penalizado”. Asimismo informaba que: “Los 155 puentes de República Dominicana están en situación de peligro como consecuencia del robo de metales y la falta de mantenimiento”.

Estas informaciones policiales, nunca desmentidas por otras autoridades, no hacen más que confirmar que el pueblo dominicano ha sido víctima de una conspiración, creadora de una crisis permanente en las vías de comunicación terrestre. Mientras, daba la impresión de que el Ministro de Obras Públicas prestaba atención a otros asuntos que mejor disfrutaba. Tanto es el descaro, negligencia e impunidad con los bienes públicos que funcionan como una invitación para sublevarse ante el evidente delito. Debemos cuidarnos más que siempre de ese ministerio porque, para ponerse a tono con la política oficial de mendicidad, podría proponer un subsidio a los ladrones de metales, un bono-chatarra, para que puedan sobrevivir en lo que las notas periodísticas sobre el saqueo de las estructuras metálicas salen de las primeras planas de los periódicos y de las caricaturas.

Pensábamos haber llegado a lo peor con el Ministerio de Obras Públicas. Pero una información en las páginas deportivas del matutino gratuito “El Día”, fechada 12 de junio de 2012, era titulada: “Club San Lázaro vende techo para pagar deudas.”

Preguntaría uno: ¿Qué organismo debía proteger las propiedades públicas de este desguace? Resulta interesante que la estructura del mencionado techo sea de perfiles de acero y planchas de aluzinc, ahora que todo lo que es metálico entra dentro del clúster de la chatarra para exportación. Evidentemente, el Presidente del Club San Lázaro podría ser sometido a la justicia por el desmantelamiento de una obra construida en propiedad pública con fondos públicos para entonces comerciar con los dineros obtenidos.

Casi tres semanas han transcurrido de esta denuncia de El Día mientras prevalece absoluto silencio oficial. Tampoco nadie ha desmentido al funcionario clubístico cuando opinó:

“…que la directiva lazareña tomó la decisión por órdenes del ingeniero Luis Sifres, encargado de la Oficina Supervisora de Obras del Estado. Sifres fue quien ordenó quitar el techo de nuestro club, labor para la cual designó al ingeniero Arturo Torres”, reveló Martínez.”

No hay dudas de que Martínez está, de hecho, acusando al sucesor del inefable Félix Bautista en ese cargo de robo y estafa de propiedades públicas puestas bajo el cuidado del Club San Lázaro. Sugiere que Sifres ordenó desmantelar una obra y venderla a un precio de “vaca muerta” porque la oficina dependiente de la Presidencia de la República les construiría techumbre nueva. Por supuesto, sería metálica para que sea más fácil la comercialización si tuviera lugar una segunda oportunidad.

Así luce al presente la otrora majestuosa cancha San Lázaro.

Asumiendo que los lectores de El Día podrían ser tarados, declaró lo siguiente:

“Dijo que, como prueba de que la orden vino de arriba a San Lázaro se presentó una funcionaria de la Supervisora con instrucciones de que le fueran entregadas cien planchas de aluzinc del techado, pero nosotros reclamamos, conversamos con ella, y sólo le entregamos 50”.


¡Gran victoria la que reclama Martínez porque sólo entregó la mitad de las planchas de metal que, según dice, reclamó una funcionaria de la OSOE que dirige el químico Sifres! Entregó valiosas propiedades que no eran suyas a una funcionaria que acudió sin documento alguno que avalara el secuestro de esos materiales para aprovechamiento de algunos miembros del personal de esa oficina gubernamental.

¿No se le ocurrió a alguien en la OSOE que, en vez de construir otro techo mediante un contrato de grado a grado se podía hacer una labor de mantenimiento o de reparación, como forma de economizar dinero al pueblo dominicano? Parece que no. Todo parece indicar que se buscan las oportunidades para permitir que las obras públicas se deterioren para entonces proponer enormes gastos que hubieran podido ser utilizados en otras actividades más necesarias. Esa es la esencia filosófica de la lucrativa chatarra.

Santo Domingo, R.D., 02 de julio de 2012.

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