Milton Ray Guevara
José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch fueron dos políticos decentes. No buscaron ventajas personales, ni se dedicaron a injuriar, difamar o provocar a sus adversarios. Tampoco consideraron el debate político como terreno fértil para sembrar violencia, atemorizar, perseguir, avasallar al rival, o vulnerar la expresión de la voluntad ciudadana. Se ha dicho que las elecciones constituyen una “guerra” electoral, pero hasta la guerra convencional tiene reglas y un ejército no puede violarlas, so pena de que posteriormente tribunales internacionales como el de Nuremberg, juzguen a sus comandantes y a sus integrantes hasta por crímenes de guerra.
Los ejemplos sobran. En 2001, el presidente serbio, Slobodan Milosevic, el carnicero de los Balcanes, fue traducido ante la Corte Penal Internacional de La Haya por crímenes contra la humanidad. Una poderosa corriente doctrinal sostiene que los crímenes de guerra o contra la humanidad no prescriben.
El actual proceso electoral ha tenido la característica positiva de que no se han producido pérdidas de vidas humanas en enfrentamientos partidarios.
Sin embargo, en forma aislada y en determinadas localidades, aparecen inquietantes signos de intolerancia que rayan en la provocación y pueden degenerar en acontecimientos lamentables. En el caso de la Provincia de Samaná, el 23 de marzo del presente año, dirigimos una comunicación al distinguido amigo, Dr. Reinaldo Pared Pérez, en su condición de Secretario General del Partido de la Liberación Dominicana, relativa a “que en el ámbito de la Provincia de Samaná, se firme un pacto de civilidad y respeto mutuo que norme las actuaciones de las diferentes organizaciones políticas y sus respectivos candidatos en el marco del actual proceso electoral que culminará el próximo 16 de mayo. Estoy convencido de que de esta manera se contribuirá al esplendor de la campaña política y a la tranquilidad y sosiego de la ciudadanía”.
Es natural que la bipolarización práctica de nuestra vida política, entre el Partido Revolucionario Dominicano y el Partido de la Liberación Dominicana, sea fuente generadora de potenciales conflictos, pero el bipartidismo imperfecto permite una más eficiente concertación política ya que entran en juego básicamente dos interlocutores. La historia demuestra, en materia de religión y política, que cuando una persona adopta una nueva filosofía partidaria o religiosa fácilmente abraza los extremismos como una forma de demostrar su absoluta identificación con quien le recibe o le inspira, y tratar de justificar el paso dado y la recompensa deseada.
En Samaná está aflorando la intolerancia proveniente de viejos y nuevos aliados del Partido de la Liberación Dominicana. Los militantes tradicionales del PLD reprueban esos comportamientos que no son propios del partido que fundó Juan Bosch, y cuyo actual líder, Leonel Fernández, es un abanderado de la tolerancia y del ejercicio democrático.
Particularmente, somos objeto de una campaña implacable que se manifiesta en retiro sistemático de nuestra propaganda, como ha sido el caso de la calle Duarte, en el Municipio de Sánchez, en Samaná y en Las Terrenas.
En este último Municipio se actuó a la luz del día y con toda desfachatez.
De manera pública en calles y lugares públicos los conversos, se expresan sin rubor, con la seguridad que da estar en el poder, señalando que se compraran votos en la fila de votación, que se secuestraran las urnas en que los candidatos provinciales oficiales se consideren perdedores, que hay un listado de dirigentes perredeístas que serán apresados en combinación con autoridades policiales en los días previos al 16 de mayo, para intimidarlos, que se ha fijado un precio para tratar de comprar los delegados del PRD, que se les quitarán las ayudas gubernamentales a todos aquellos que voten a favor de la oposición, y que todo aquel perredeísta que quiera un cheque del gobierno solo tiene que decirlo para incorporarlo a una nominilla.
El malestar entre los peledeístas samanenses ajenos a ese tipo de prácticas tan alejadas de sus principios rectores es cada vez más grande, y en privado muchos nos expresan su respaldo y simpatía electoral. Nuestra campaña ha sido propositiva, limpia y decente. Aspiramos a ser senador por Samaná para servir y no para ser servido.
La intolerancia es tal que llueven las provocaciones, se profieren amenazas y se planifican agresiones, parecería que en la política dominicana los períodos de seis años son una funesta maldición que estimulan y aceleran temperamentos propensos a la violencia, el abuso, la maldad y la traición. La caravana del PRD, que encabezamos el pasado domingo en Sánchez, fue sistemáticamente hostigada por grupos organizados muy distantes de la disciplina del PLD.
A las elecciones se va a ganar o a perder, esa es la práctica democrática. Las mismas no deben convertirse en una obsesión personal que fomente antivalores y prostituya la democracia.
Las direcciones nacionales del PRD y del PLD, la Junta Central Electoral, y los observadores extranjeros y criollos tienen la palabra. Samaná espera.
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