Al doctor Julio César Castaños Guzmán,
Presidente de la Junta Central Electoral (JCE).
A los/as magistrados/as miembros/as de ese alto tribunal.
Su despacho,
Ciudad.
Distinguidos ciudadanos(as):
El próximo domingo 16 de mayo habrá de repetirse, en el contexto de las elecciones congresuales y municipales programadas para esa fecha, una penosa historia para nuestro país, esta vez con peores características que las anteriores.
Nos referimos a la reproducción de un sistema político cargado de corrupción, clientelismo, uso y abuso de los recursos del Estado y del poder empresarial; de discriminaciones, restricciones y desigualdades en la competencia, de posibilidades de usurpación y perversión del ejercicio del sufragio, y de exclusiones legalmente consagradas.
Esto así porque nueva vez está reciclándose –independientemente de los esfuerzos realizados por ustedes en la organización de la logística electoral y en todo lo relativo a la corrección del padrón electoral y los procedimientos de verificación de conteo de votos- un cuadro político-institucional altamente contaminado por fortunas mal habidas e incluso por la narco-corrupción, en el contexto de una campaña casi absolutamente banalizada y manipulada.
Esto debería motivar en el futuro inmediato una reflexión colectiva que los/as involucre a ustedes en interés de superar este cuadro degradante del quehacer político y de las instituciones establecidas; en procura, además, de transformaciones ineludibles para democratizar y moralizar estos procesos y reducir al mínimo la presente vulnerabilidad sistémica.
Los escándalos reveladores de ese deterioro moral y esa degradación institucional se suceden y crecen sin cesar, evidenciando que este mal tiene dimensiones y profundidades anteriormente insospechadas, que nos exigen examinarlas más a fondo y adoptar decisiones cruciales y eficaces para conjurar sus causas.
En ésta y en las anteriores campañas electorales de hecho han sido validadas todas las malas artes y todos los abusos de poder, hasta conformarse en la actualidad un sistema bipartidista (con ventajas para el que controla el gobierno central) que sateliza a todas las agrupaciones menores y reproduce, cada vez en mayor escala, el clientelismo, el tranfuguismo, el soborno, los privilegios, la privatización y comercialización de la política; así como la apropiación indebida de fondos y presupuestos públicos, el uso de las instituciones para imponerse, las violaciones a la ley, las prácticas delincuenciales, la impunidad descarada y la competencia por la atracción del bandidaje enriquecido.
Está claro, pues, que el producto político de los comicios del próximo domingo está predeterminado por esa realidad. Y eso es sumamente grave.
Está claro también que ya los problemas mayores no se derivan de los mecanismos de votación, de verificación y conteo. Estos mecanismos pueden ser cada vez mejores –y realmente lo son- y, sin embargo, aunque permitan evitar traumas entre competidores de la misma calaña, no sirven para contrarrestar la estafa previa, el fraude esencial, la apropiación en la forma descrita del sistema político y de los medios para escalar posiciones electivas.
No debe escapar a su percepción, distinguidos/as magistrados/as, el hecho de que este decepcionante cuadro político-electoral ha dado lugar a una fuerte inclinación de una parte de la sociedad a “votar por ninguno” en estos comicios, y es muy lamentable –aunque nos explicamos las razones de la negativa por lo innovadora y reveladora que es esta propuesta, por las trabas legales existentes y por las presiones partidistas que complejizan su ejecución- que ustedes no hayan sido receptivos a ese reclamo y no hayan buscado la manera de garantizar ese derecho y esa opción, contribuyendo así a restarles legitimidad, credibilidad y valor al proceso comicial.
En verdad no es democrático que no se hayan creado las condiciones para que las personas que no comparten las postulaciones presentes puedan expresar institucionalmente, incluso con el voto, su decisión de no respaldar esas candidaturas a través del “voto por ninguno”. Esto va a impedir medir los reales niveles de rechazo de la sociedad a la partidocracia corrompida y determinar sus grados de legitimidad e ilegitimidad con más precisión, algo sumamente conveniente y por demás legalmente consagrado en algunos países con sistemas electorales democráticos.
Hay realidades que no deberían ser ignoradas y que de todas maneras habrán de expresarse este próximo 16 de mayo. El “voto por ninguno” buscará otras formas de canalización, que por no contar con la casilla específica donde concentrarse y cuantificarse, se traducirán en diferentes maneras de anular el voto y en mayores niveles de abstención.
Como Movimiento Caamañista (MC) recién constituido, nos situamos entre los sectores no dispuestos/as a votar por candidatos de los partidos concurrentes, no dispuestos/as a marcar favorablemente sus boletas, y esperamos que a todos los que así pensamos se nos respete ese derecho inalienable, como también nuestra aspiración a producir los cambios institucionales que posibilitaría conjurar las causas de esta actitud y de nuestra circunstancial actitud frente al voto. Atentamente,
Por la Coordinación Central del Movimiento Caamañista (MC)
Narciso Isa Conde
Santo Domingo, R.D., 12 mayo 2010
www.desdemiescritoriord.blogspot.com/
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