Eduardo Alvarez
Para observar tanta desesperación y apego al poder el PLD tiene que haber envejecido sin madurar o se ha puesto feo. Es lo que explica que esté derrochando tanto dinero para conseguir el favor de los votantes. Otras elecciones tan caras como estas, con tal despilfarro, y el país queda en bancarrota.
Eso de salir apresuradamente a Nueva York para colocar 750 millones de dólares en letras garantizadas por el Estado, a una tasa escandalosamente alta, como un 7.5%, es el colmo del pesimismo. Sólo para comprar voluntades, a lo que dé lugar.
Fresco, como estaban Leonel Fernández y el PLD en 1996, llegaron al poder, con los bolsillos vacíos. El partido, Bosch y sus dirigentes pueden reclamar este mérito. Demostraron, entonces, que para ganar no era necesario estar forrados en papeletas, como estaban los reformistas.
Arrugados, marchitos y deslucidos, sin la menor credibilidad, carecen, acaso, del atractivo que hace quince años les permitiera alcanzar el poder político por tres cuatrienios. Han escupido para arriba: haciendo lo que le enrostraron a Balaguer, con la salvedad de que el caudillo reformista nunca cedió a las tentaciones de endeudar el país.
Compran voluntades, favores, simpatías, afectos y amores, a cualquier precio. Perdida la frescura, Agotados los discursos que hacían la diferencia, han asumidos una conducta en cierto modo decadente e inconsistente. Poco creativa, con más de lo mismo, reparten funditas de comida, enseres y trastes de la casa, prodigando el erario de la manera más odiosa y descarada. La pobreza y la falta de educación como su mayor capital político y clientelista.
Pensiones inmerecidas y por montones, tarjetas de solidaridad, bonogas, las mismas tierras repartidas varias veces, inútiles proyectos reciclados, privilegios al granel, medios comprados y silenciados, prebendas y toda suerte de francachelaa que no sirvwn más que para envilecer e irritar a un pueblo harto del mal ejemplo, de la corrupción y de las mentiras de sus actuales gobernantes.
Una zafra que, pasada la presente campaña, se volverá contra los propios dominicanos empobrecidos y una enorme pesadilla para los contribuyentes. Tales efectos se van a reflejar en los precios de los alimentos básicos, así como en la carencia y altos costos de los servicios públicos. En fin, en el costo de la vida. No hay que ser un mago para adivinar que el Fondo Monetario [FMI] está al acecho, para entrar en acción después del 16 de mayo.
A todo esto, la gente se pregunta ¿Cómo es que con una tan alta tasa de rechazo, el PLD presume de mantenerse arriba en la preferencia del electorado? Igual, reclama las recias fuerzas de un PRD y una izquierda más combativa y audaz.
Si aplicamos el lema boschista de “vergüenza contra dinero”, los resultados de la presente contienda deberán significar la más grande muestra de repudio a Leonel Fernández y a sus candidatos. Cerrar el paso a la reelección presidencial debe ser la consigna.
Santo Domingo, R.D., sabado, 8 de mayo de 2010
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