lunes, 10 de mayo de 2010

El suicidio de León Estévez



Víctor Gómez Bergés

El suicidio ayer del ex coronel Luis José León Estévez, primer esposo de Angelita Trujillo, parece revestido de un profundo halo de misterio, ocurre en medio del debate creado por la obra publicada por su ex esposa y el día que aparece en primera página del Listín Diario un amplio escrito del actual esposo el también ex coronel Luis José Domínguez.

No hay dudas que la vida, le fue cobrando paulatina y progresivamente los desbordes de violencia y crímenes que caracterizaron su vida los últimos años del régimen de Trujillo en el cual fue figura de primer orden, al servicio de su cuñado.

León Estévez dejo un sello imborrable de su crueldad en Hacienda María, donde junto con Ramfis y otros asesinos como el también coronel Sánchez Rubirosa, ultimaron fría y cruelmente a los ajusticiadores de Trujillo.


León Estévez en una fiesta de familia. Su hermano José Alfonso, quien se dedicaba a asuntos financieros, se suicido hace ya veinte años.

Siempre he creído que en la tierra se paga todo el daño o la maldad que se hace a sus semejantes, unas veces usted puede verlo, como en el caso comentado y otras nos pasan desapercibidos, pero como dice el pueblo, la procesión va por dentro y nadie llega a conocer las tragedias vividas por quienes cometen acciones criminosas de cualquier naturaleza.

Por esas cosas propias de nuestro país, León Estévez quien huyo con Ramfis después del asesinato colectivo del 19 de noviembre de 1961, fue condenado en 1965 a 30 años en contumacia por un Tribunal dominicano junto a su cuñado por los crímenes cometidos, pero extrañamente en 1977, apenas doce años después fue favorecido por un "no ha lugar", supuestamente por haber prescrito la pena, luego regresa al país y ningún familiar de sus víctimas le pidió cuentas por sus crímenes, tampoco la sociedad, contrae matrimonio con una ex novia según comentarios de sus amigos y como si nada hubiera pasado, se establece en la residencia de esta donde vive los últimos 30 años tan tranquilo como si no hubiera roto un plato.

Y muere por su propia decisión.

Santo Domingo, R.D., lunes, 9 de mayo de 2010

(Reproducido de Víctor Gómez Bergés, Memorias de un Pensador)
http://victorgomezberges.net/site/do/publicacion.php?id=134

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