viernes, 7 de mayo de 2010

La JCE y la “comisión de notables” en las elecciones





Orlando Gil

El prólogo
La actual Junta Central Electoral se empeñó en que la sociedad civil, incluyendo la Iglesia, no se entrometiera en sus asuntos y no se repitiera lo que era común en el pasado, de que una “comisión de notables” terminaba el trabajo que iniciaban los magistrados. No se puede ser malagradecido y no reconocer que esa instancia ad hoc evitó que los procesos electorales se fueran a pique y contribuyó a la preservación del orden democrático.

Sin embargo, a monseñor Agripino Núñez Collado no se le ha visto por el organismo en los últimos años, y por alguna razón el presidente Julio César Castaños Guzmán quiso recordar sus mediaciones puesto que lo buscó como prologuista de su último libro y sus notas son un recuento de esas intervenciones en momentos cruciales de la República. Como en política nada es casual, intrigan las razones de Castaños Guzmán para sacar a monseñor Núñez Collado de su especie de retiro, en cuanto al tema electoral, y colocarlo de nuevo sobre el tapete. La acción luce estratégica e interesada, ya que cuando se produzcan los movimientos o cambios en determinados poderes del Estado, se harán necesarias las bendiciones de la Iglesia…

De fuera
Llama la atención que la Junta Central Electoral que pudo zafarse de la tutoría de la sociedad civil y que no necesita que una “comisión de notables” la sustituya en los momentos más delicados del proceso, no haya podido liberarse de la observación de organismos extranjeros. La OEA, por ejemplo. El Centro Carter hace tiempo que no viene a monitorear las elecciones dominicanas, sean congresuales, municipales o presidenciales, y la Unión Europea como conglomerado no va a mandar delegados para los comicios del domingo 16. Uno y otra creen que la democracia dominicana viste pantalones largos y no necesita que la pongan de penitencia. ¿Por qué la OEA no piensa lo mismo? ¿Qué ve ella que los otros no? Aunque hay la impresión de que más que la OEA es la propia JCE la interesada, pues firma una especie de protocolo que cubre el frente y la espalda de ambos organismos que no era lo habitual en el pasado. Este nuevo paso puede significar mayor institucionalidad, que no se crea que haya dependencia…

La necesidad
La observación parece ser necesaria, a pesar de reconocerse los grandes avances institucionales de la Junta Central Electoral. Los partidos pequeños, que son tan pequeños que no cuentan con personal para cuidar sus votos en las mesas electorales, estuvieron demandando del organismo un equivalente a delegado que cubriera esa falta. Temían, al parecer, que los grandes se confabularan e hicieran cosas a su favor y en contra de ellos. Esa solicitud fue dejada en el aire. El PRD por boca de su presidente Miguel Vargas demandó que la observación sea más amplia e incluya el conteo de votos o de actas, que la JCE responde que siempre se hace, pero que de hacerse demandaría miles de observadores y no los que hasta ahora están registrados.

Incluso, esa es una operación que beneficia más al gobierno que a la oposición, pues habría mayor garantía de que las cosas se hicieron de acuerdo al librito. Y se sabe, por los delegados técnicos que tiene cada partido, que la subversión del voto no puede realizarse en las instalaciones de la Junta Central Electoral…

El síndrome
La Junta Central Electoral se ha preparado, y los primeros que lo saben son los delegados técnicos y políticos de los partidos que han seguido paso a paso el proceso, por lo que hay resabios que no debieran existir. Pero existen.

Es la vieja maldición de que no somos suizos, y por tanto, no puede esperarse del dominicano un desempeño recto en nada. Y mucho menos en unas elecciones en que se juega el poder congresual y municipal.

El síndrome del fraude no desaparece y se mantiene como sospecha o simulación, aunque los síntomas no se sientan…

Santo Domingo, R.D., viernes, 07 de mayo de 2010

http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=141072

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