martes, 28 de septiembre de 2010

Con la silla “al caco”





Al Día //
Juan José Ayuso


Hace muchos años, cuando en el país no había el “adelanto” que se conoce hoy, las autoridades entendieron necesario practicar una batida nacional contra los juegos.

La gente, en los barrios, organizaba con apuestas partidas de dominó, “pin-tin-tín”, dados, casino y otros.

De jugarse como deporte, no hubiera habido problemas pero donde se mete el interés del dinero y se mezcla con la pasión del temperamento tropical no era raro que muchos de esos juegos terminaran como dicen que terminó “la fiesta de los monos: a rabazo limpio”.

Y los vecinos se quejaban de esa fuente de riñas que llegaban a puños y los puñales.

Por lo que las autoridades encaminaron la batida que, al parecer, dio resultado.

Los merengueros, siempre en busca de tema, encontraron allí uno bueno.

Y se compuso uno que tanta gente bailó y que advertía que a los jugadores se “los están llevando con la mesa al caco”.

No sólo se apresaban a los jugadores sino que, como cuerpo de delito junto a barajas, dominós y dados, se los obligaba a trasladar su mesa de juego hasta el cuartel,.

Hoy, cuentan las crónicas de los diarios, de todos, que la gente de protocolo que acompaña al presidente Fernández en sus viajes a provincias no sólo lleva, aprendidas ya, las reglas que norman los encuentros sino también la silla presidencial.

Si no se leyera y volviera a leer en los periódicos, de los diversos corresponsales de provincias, cualquiera no lo creería. O no quisiera creerlo.

¿Debe trasladarse la silla presidencial a cuanto lugar del país visite el presidente Fernández?

¿Por qué?

Al parecer, todavía tienen vigencia en el país consejas de políticos viejos, por lo general autoritaristas, que predican el uso de llamados “símbolos de poder” como artificios que buscan de sumisión de la gente.

A un político como Joaquín Balaguer, nacido y criado bajo la tiranía y las ideas del despotismo ilustrado, pudo pasársele la “mojiganga” de los “símbolos de poder” y el hecho de que a dondequiera que iba sus acólitos, paniaguados y turiferarios le llevaran la silla que llamó “de alfileres” y que sin embargo era la única en la que se sentaba cómodo.

¿Pero a Leonel Fernández? ¿A un presidente global, social y democrático como dice la Constitución que es el Estado?

¿Quién aconseja en ese sentido al presidente Fernández? ¿El remanente del trujillismo y del neotrujillismo balaguerista que conserva a su lado?

Tiene que ser. A menos que el ejercicio de casi diez años de poder haya trastrocado en basura cuanto el Santo Domingo, R.D., martes, 28 de septiembre de 2010

http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/9/28/61878/AL-DIA

http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/

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