sábado, 11 de diciembre de 2010

El lunes amarillo demostró no todo está perdido en la Rep. Dominicana

Juan Núñez Collado

Se dio una especie de plebiscito, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

La demanda del 4% del Producto Interno Bruto  para la educación es una necesidad vital para superar el atavismo de la ignorancia que conduce irremisiblemente a la pobreza espiritual y material del pueblo dominicano.

Es del  dominio de todo mortal que la educación es el factor A-1 de movilidad social.

¿En qué consiste la movilidad social?

Consiste en la capacidad de pasar de un estadio bajo a uno más alto mediante la capacitación, para ser más eficiente y productivo.

La eficiencia y la productividad se logran mediante el conocimiento aplicado que da al ser humano una herramienta de superación constante y permanente.

Por esto se dice que la mejor herencia para un hijo o una hija es la educación.

Por esta razón cuando no se aplican los recursos suficientes y adecuados para una educación integral y a la vez funcional, estamos condenando a nuestros ciudadanos a ser víctimas de la ignorancia, que es el peor enemigo del desarrollo integral del individuo, de la familia y de la Nación.

El Dr. Leonel Fernández sabe que él ha llegado donde está gracias a su alto nivel de educación. Si esto es así ¿Por qué dar más importancia al clientelismo politiquero que a la educación del pueblo? ¿Es que se quiere usar la ignorancia como instrumento de control y de manipulación del pueblo?

Decimos que se da más importancia al clientelismo politiquero porque con el 50% de lo que se malgasta en asistencialismo social con fines electoreros vía instituciones paralelas como el Plan Social de la Presidencia, el Despacho de la Primera Dama y las asignaciones del Presupuesto para gastos discrecionales, sobraría dinero para el 4% del PIB para Educación.

Pero da la impresión que preferimos dar como una limosna humillante a la dignidad humana parte de lo que por derecho natural pertenece al pueblo.

Ojalá que en este tiempo de adviento, que es un tiempo de cambio profundo de la mente y del corazón, se enviaran señales de sinceración de transparencia y de un abandono total de la simulación y del engaño, que no nos llevan al progreso, sino a un atraso casi irreversible.

Tenemos más de 50 años con el índice de crecimiento económico más alto del Continente, pero como no hemos invertido lo suficiente en educación estamos en los últimos lugares en educación, desarrollo humano y competitividad.

San Agustín dijo: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

Creo firmemente que solamente el pueblo salva al pueblo.

El único soberano es el pueblo. Si el pueblo se empodera, como lo está haciendo, sobre la necesidad de un cambio de paradigma en la forma de gobernar, a todos nos espera un futuro promisorio.

Si continúa este estado de cosas no hay nada bueno que esperar, porque la ignorancia conduce al abismo de la pobreza y del sub-desarrollo.

Es parte del plan de Dios que todos aportemos nuestro granito de arena por un cambio de paradigma, donde todos podemos y debemos convertirnos en agentes de cambio.


Santo Domingo, R.D., sábado, 11 de diciembre de 2010.

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