Santiago Cuesta Kury
Resulta de todo monstruoso la forma en que el ojo de la perversidad abate a todo un pueblo que va por ahí hoy en día, resplandeciente como el sol de primavera, vestidos de amarillo criticándoles y exigiéndoles a sus espaldas, señores del gobierno, autoridades educativas, financieras y muy en particular a ustedes señores congresistas, por cosas que son absolutamente y completamente ciertas y necesarias para el país.
El 4% para la educación. Este reclamo casi unánime del 4% para la educación por parte de la población quedó evidenciado en su totalidad, con aquel maravilloso lunes amarillo. Un ejemplo gratificante de cómo hacer posible valer los justos reclamos que por ley y por justicia social nos corresponden a todos. Una sociedad como la nuestra que vive a diario bajo el ojo de la perversidad pública y una que otra vez privada, necesita que sus reclamos les sean atendidos cuanto antes.
Lo preocupante de todo esto no es la perversidad de los malvados, que siempre están pendientes de colocar en la mira de las necesidades sociales y colectivas sus ojos, sino, la indiferencia de los buenos que son en gran medida la mayor parte de la población dominicana.
No podemos dejar que el ojo de la perversidad engavete en el baúl del olvido gubernamental nuestro justo y apreciado reclamo del 4% para la educación.
El ilustre escritor France Víctor Hugo, en su obra “Los miserables”, dice: “Mientras haya ignorancia y miseria sobre la tierra, los libros de igual naturaleza que este podrán no ser inútiles”, aduciendo además, que una escuela más significaba una cárcel menos.
Si en verdad queremos que nuestros niños, adolescentes y jóvenes sean educados para servir a la sociedad y alejarlos de los vicios y la delincuencia, he ahí la razón del 4% para la educación y más que nada, para honrar la memoria de Salome Ureña, de Eugenio María de Hostos y de Juan Bosch.
Santo Domingo, R.D., lunes, 13 December 2010
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