viernes, 17 de diciembre de 2010

Gobierno vuelve sobre sus pasos y mejora partida a la educación


Orlando Gil

LO POLÍTICO
Como advertí en una anterior entrega, el Gobierno fue sorprendido por la profundidad del movimiento del 4%, y como era lógico que sucediera, sus funcionarios fueron desbordados por el acontecimiento y buscaron la vía más corta y fácil de ponerse a salvo: la descalificación. Lo menos que dijeron fue que era político y terminaron acusándolo de financiado por el PRD. Incluso, posible una cosa y la otra. Sin que dicho carácter quitara importancia, oportunidad y pertinencia a la gesta. La costumbre es vieja, y hasta clisé. Cuando una acción no responde a los intereses oficiales, es política. Como si entre políticos la política fuera mala. El movimiento del 4% era político porque iba contra autoridades que ignoran o se niegan a cumplir una ley. Era una lucha contra el poder. Si fuera para demandar cuatro outs por inning en el juego de pelota, cambiando la regla de tres, sería de signo deportivo. Es más, este tipo de reacción es una rémora de Los Doce Años de Balaguer, en que cada reclamo social era desvirtuado desde el Palacio Nacional con el sambenito de político...

EL PRD
La profesora María Teresa Cabrera hizo mal en reunirse con dirigentes del PRD, buscando apoyo para el Movimiento del 4%, pues era fácil saber que ese hecho serviría de excusa a funcionarios del gobierno para acusar la gesta de política. Además, no debe olvidarse que ella misma es política y fue candidata a diputada en la boleta del PRD en La Vega. Incluso, debe revisarse, o deben revisarla, pues procuró el apoyo del partido blanco después que la movilización era exitosa. Es decir, que les estaba devolviendo un favor a los perredeístas o creando condiciones para que pescaran en río revuelto. Dicen que habló con Miguel Vargas, con Hipólito Mejía, y con Luis Abinader. Una santísima trinidad que no contaba con medios suficientes para imponerse en la Cámara de diputados. Si el proyecto de Presupuesto no pasó en la primera sesión fue por la renuencia de algunos peledeístas y las trastadas a conveniencia de los reformistas. Pero la profesora tenía que hacer profesión de fe perredeísta, sabiendo como debía saber que ese respaldo no cambiaría la correlación de fuerzas...

LA CALIDAD
El presidente Leonel Fernández, si no es buen capitán de barco, por lo menos se orienta con una brújula diferente y cambia de rumbo cuando presiente un naufragio. Dicen que después del Palo dado, ni Dios lo quita. No era posible echar atrás la demostración de El Lunes Amarrillo, pero sí procurar que sus efectos fueran lo menos perjudiciales a la gobernabilidad. Llamó a diálogo, y lo que podía interpretarse como un signo de debilidad, le salvó la campana. Sacó el tema de las calles, se lo quitó de las manos a los faranduleros, y privilegió a los sectores  reconocidos por sus luchas a favor de la educación. La Coalición, dígase lo que se diga, no es más que un invento de ocasión, y las 203 organizaciones que la integran otra de las tantas exageraciones. Las vanguardias dominicanas no cambian sus modus operandi, y se engañan a sí mismas sin necesidad. Asuntos de tanto interés como la educación se manejan con criterios tan poco consistentes como “lo que abunda no daña”, sin darse cuenta de que el peso está en la calidad y no en la cantidad... 

ALGO
Con dos o tres entidades representativas se logra el mismo efecto que con 203 organizaciones, y cuidado si más. Los grupos que fueron a la reunión del Palacio Nacional no alcanzaron su objetivo, pero de seguro que lo sabían por adelantado, pues no es posible improvisar en asuntos de Presupuesto. No obstante, quedaron registrados, y desde ya son  los interlocutores válidos del gobierno. El presidente Fernández quiso ganárselos, haciendo suya su causa, pero no se dejaron encantar. Eso fue bueno. Si no se ha podido cumplir con una ley, tampoco con una promesa. Era y es mejor que el gobierno haga consigo su compromiso, y si falta, que se falte a sí mismo. Incluso, en principio hay más triunfo que derrota, puesto que el gobierno se vio obligado a volver sobre sus decisiones y mejorar la asignación a la educación. Aunque sea un poco en el aire. Como diría un conformista, algo es algo, peor es nada...

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