Leandro Guzmán
Los que modestamente siempre hemos abogado por una sociedad más justa, libre de corrupción, de inseguridad y demás lacras, no nos sentimos sorprendidos de las revelaciones del portal electrónico Wikileakes, que señala a dos ex funcionarios del Gobierno supuestamente vinculados a la solicitud de dádivas millonarias a inversionistas “ayudarlos” a que sus proyectos de desarrollo “caminaran”.
Ese término, acuñado por el llamado “tigueraje”, pretende reafirmar que en nuestro país, cuando se trata de conseguir algún documento o un permiso, o cobrar un cheque, necesariamente el interesado “tiene que caminar”.
Las revelaciones del portal de Julián Assange, el australiano, son controversiales.
En lo que respecta a lo revelado sobre los dos ex funcionarios, esto no quiere decir que sean culpables, pues no hay sentencia de tribunal alguno.
El escándalo no es siquiera novedoso, pues en otras oportunidades ha habido denuncias concretas sobre actos de corrupción, fundamentadas en pruebas aportadas por programas de televisión, como los de Nuria Piera y Alicia Ortega, por ejemplo, para solo citar dos.
Si algo interesante se deriva de estas revelaciones, es que en lo adelante los que ocupan cargos públicos tendrán que cuidarse de que les saquen los trapitos al sol.
En el país existe una Ley que obliga a los funcionarios a declarar sus bienes. Sin embargo, es letra muerta,
En tal sentido, hace falta que se establezca el inverso del fardo de la prueba. Es decir, que no sea un fiscal el que tenga que probar la legalidad de los bienes de un funcionario, sino que es éste quien tiene que demostrar cómo consiguió los bienes que posee.
El rumor popular, muchas veces señala a funcionarios con mansiones millonarias y cuentas bancarias inexplicables, sin contar con el dinero en paraísos fiscales.
Es “una papa caliente”, aunque organizaciones de la sociedad civil y partidos de oposición sostienen que “no pasará nada”, por la tendencia del presidente de la República de ser solidario con sus amigos... más de lo que aconseja la prudencia.
Santo Domingo, R.D., jueves, 23 de diciembre de 2010
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/12/23/70231/La-corrupcion-al-desnudo
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