martes, 14 de diciembre de 2010

M. A. Cepeda, sargento P.N.


Susi Pola

En la última semana, las violencias de género contra mujeres, cometidas por diputados, policías y militares, así como la violación de una pasajera dentro de una guagua del servicio urbano, mostró a la ciudadanía el uso abusivo de poder machista por algunos funcionarios, hombres de armas y otros que ocupan puestos en el servicio público. La denuncia de las víctimas, la mejor preparación de quienes se ubican en el sistema de atención a estos crímenes, la vigilancia de la gente común y la atención de la prensa, determinó que estos casos fueran conocidos.

De los diputados acusados, uno se mantiene prepotente, en rebeldía y por encima de la ley, en ese limbo de inmunidad/impunidad que tradicionalmente se les otorga a algunos los maleantes que llegan a las curules de la Nación, protegidos y reincidentes, negándose que se le aplique la ley común, que manda la Constitución y el Código Penal dominicano.

Jenny Berenice Reynoso, 
fiscal de Santiago. 

Sobre la sargento Mildred Andrea Cepeda, la intervención de la Fiscalía de Santiago, enterada por la prensa días después y no por los canales legales, desnuda el abuso de poder y la violencia ejercida por superiores y potenciada en el caso de las mujeres uniformadas.

La sargento Cepeda, que felizmente no está embarazada, fue prácticamente liberada de una prisión de más de tres días, impuesta a ella y a los compañeros que la defendieron, llevada al INACIF para evaluar los daños sufridos por la golpiza e iniciar un proceso en la justicia.

Sin embargo, la Policía, tradicionalmente rebelde al poder de la Justicia, con prácticas autoritarias y violentas que trascienden y alarman por lo abusivas, está en “comisión” investigando el caso, rol que es de la Justicia, partiendo con la firma un desistimiento a la víctima, en lo que averiguan.

 José Polanco Gómez, 
jefe de la Policía Nacional. 

De los datos de un estudio realizado a comienzos de los años 2000, en nuestro país, las mujeres policías son una minoría discriminada que representa el 7% del personal uniformado, están ausentes en los más altos rangos y sufren la invisibilización de una institución burocratizada en masculino, donde los ascensos por familiaridad, amiguismo, méritos de resolución y hasta dinero, sobrepasan a la preparación, estudio y valores humanos.

La sargento Mildred Andrea Cepeda, pertenece a los policías que cumplen con su deber y hay que reconocerla. Al coronel, hijo del General, que dirigió las agresiones contra ella y los rasos que la acompañaban en el servicio, hay que sancionarlo y enseñarle las buenas prácticas policiales que no conoce.

En estos momentos, las organizaciones que componen el Movimiento Vida sin Violencia, MOVIDA, no gubernamentales y gubernamentales, protegen a esta joven mujer policía y apoyan a la Fiscalía de Santiago en cumplimiento de la justicia.

Santo Domingo, R.D., martes, 14 de diciembre de 2010.

http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/12/14/69350/M-A-Cepeda-sargento-PN

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