martes, 7 de diciembre de 2010

Unidad, ¿para qué?

Tony Raful 

La unidad política debe descansar en la integración de propuestas, en una visión clara del papel de Estado dominicano, sus atribuciones históricas, el conocimiento de todo el proceso social y económico desde su fundación, los grupos y clases que han operado instrumentado el aparato coercitivo como garantía de sus intereses, la lucha permanente entre el sector liberal y el sector conservador, la expresión de las reformas democráticas constitucionales y sus contradicciones con el poder real de las fuerzas atrasadas y retrógradas, que dificultaron el desarrollo independiente de la nación. 

La unidad política debe establecerse sobre la base del rescate histórico de los postulados del Partido Revolucionario Dominicano, como herramienta de cambios materiales y compromiso con los pobres y excluidos, interpretando el momento histórico a la luz de las contradicciones nodales que rigen la sociedad. Si bien es un desaguisado pretender el uso del mismo ejercicio táctico y el lenguaje epocal como constantes de comunicación, no lo es reafirmar los valores estratégicos de la lucha política, el marco ideológico del socialismo democrático, como objetivo final, para lograr la articulación de la justicia social y construir una sociedad de participación pluralista y de acceso a bienes y riquezas. 

¿Unidad, para qué? La unidad debe trascender la presión coyuntural electoralista, aún cuando sabemos que el medio por excelencia de lucha por la conquista del poder radica en los procesos electorales, salvo en circunstancias especiales como las del desconocimiento de las libertades democráticas, violentación de la Constitución o implantación de dictaduras o tiranías. Trascender la presión electoral significa llegar a acuerdos unitarios sobre la base de una agenda de Estado, lo que se denomina un plan de nación, que envuelva voluntades alrededor de transformaciones sociales, proyectos a corto y largo plazo de reordenamiento económico, inversión educativa de crecimiento humano, bajo la tesis hostosiana y su adecuación a la tecnología y recursos de la postmodernidad. 

La unidad no se produce entre todos los grupos y clases, sino entre aquellos que por el papel que ocupan en el sistema productivo nacional y su vocación creadora de inclusión, coadyuvan a la superación de las hondas desigualdades y rechazan el lucro ilimitado, la corrupción y el desenfreno goloso a expensa de los gobiernos. ¿Unidad, para qué? Unidad para asociarnos en un proyecto de regeneración moral del conglomerado, vincularnos a una labor tesonera y ardua que integre fuerzas sociales en una cruzada histórica contra los seudo valores predominantes, que desmitifique las falaces categorías del gusto estético que a través de campañas sistemáticas mediáticas han convertido los medios de comunicación en fragua hueca, superficial y caricaturesca de impostores y farsantes. 

¿Unidad, para qué? Unidad para ser consecuentes con las mayorías nacionales y desintoxicar el pútrido ambiente mercurial que no admite placeres y plenitudes emanadas del arte, la cultura, los tesoros del conocimiento, sino de lo banal, del espectáculo grotesco y de refinamientos y cursilerías degradantes. Unidad para adecentar la función pública, para crear paradigmas de nuevos funcionarios, para la evaluación de una ética funcional, crear lo que el presidente Bosch llamó durante su gestión del año 1963, “el paredón moral”, dique de contención y disuasivo de la inconducta y el enriquecimiento ilícito. Unidad para que los perredeístas cualifiquen, exijan requisitos y establezcan principios e identidades ideológicas, antes de aceptar en sus filas a tránsfugas u oportunistas que inficionan su cuerpo político orgánico. Unidad para restablecer la disciplina, el orden y el respeto, evitar alusiones o enfrentamientos que socavan la imagen partidaria, unidad para discutir diferencias en los organismos, cohesionar posiciones públicas y prestigiar el ejercicio crítico opositor con señalamientos y correctivos, acciones alternativas frente al drama de descomposición colectiva. Unidad para destinar recursos a la escuela política, pregonada por Ivelisse Prats de Pérez, con sentido de insistencia histórica frente a la incuria tradicional, valorando la función formativa y exigiendo que todos nuestros militantes o dirigentes ingresen a ella, forjando conciencia y valoración crítica de la historia y del presente. 

¿Unidad, para qué? Unidad para ganar las elecciones y algo más. Para ser dignos de la memoria de José Francisco Peña Gómez y su legado doctrinario. Para rectificar. Para organizar la sociedad bajo parámetros de dignidad e igualdad de oportunidades. Unidad sin principios no es unidad, por ello, reintroduzcamos en el alma nacional el espíritu galvanizado de hombres y mujeres dispuestos a conquistar el poder para concluir lo que Juan Bosch aseguró que estaba inconclusa, la obra de Juan Pablo Duarte. Y esa misión debe ser obra de todos los dominicanos progresistas y democráticos.

Santo Domingo, R.D., martes, 07 de diciembre de 2010

http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2010/12/6/169302/Unidad-para-que

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