viernes, 31 de diciembre de 2010

Verse en espejo de Zelaya


Eduardo Álvarez

Sacado por la fuerza, el 28 de junio del año pasado, el ex presidente de Honduras, José Manuel Zelaya, llegó tarde la fiesta de mandatarios defenestrados. Prácticamente solo en este rol, debe conformarse con el coro compasivo de sus consejeros Chávez, Morales y Correa. 

Goza, igual, de la exclusiva solidaridad de  su anfitrión, el presidente Leonel Fernández, a quien no les bastan las formas para disimular las perturbadoras intenciones de seguir en el poder, por el encima de la Constitución y el orden institucional prevaleciente.

 Tendría que imitar, por supuesto en toda su extensión,  prestidigitadoras   maniobras de su colega Zelaya, cuyos penosos resultados lo mantienen fuera de su país. Dicen que Chávez le metió en la cabeza la infeliz idea de un referéndum para violentar la Constitución hondureña, a los fines de reestablecer la reelección presidencial. 

Hemos tenido que ser testigos de los resultados de tal desatino. Nada como perder la cordura y la sensatez cuando se quiere fracasar, muchas veces de manera definitiva.

El presidente Zelaya se baña en nuestras hermosas playas, lujosas villas veraniegas, pasea libremente, junto a su esposa e hijas, por las  viejas calles de la Ciudad Colonial, suele disfrutar del jovial ambiente de Hard Roch Café y practica la equitación y la carreta de motor, sus deportes preferidos.  No pocos de sus antiguos  colaboradores han encontrado  empleos en el Gobierno, con remuneraciones que envidiaría el más calificado de los profesionales nuestros.

Pero este dorado exilio no compensa el valor del reconocimiento y respeto del que pudo ser objeto como ex Presidente, guardando el debido respeto a su país y la Constitución.  

Miembro de una familia adinerada, la mayor productora de madera desde el siglo XVII, Zelaya forma parte de los más encumbrados grupos de poder económico. De manera que el confinamiento al que está sometido lo excluye de la actividad productiva, con el riesgo de ser desplazado irreversiblemente en este aspecto.

La actual condición de Zelaya y la generosidad de su anfitrión Fernández, sugiere una similar recurrente en Trujillo y otros tiranos de aquélla época. Trujillo se destacó ante los ojos de todo el Continente como un formidable anfitrión, dando albergue a dictadores, como Perón, Pérez Jiménez y Somoza, entre otros. [Pero este debe ser tema para otro artículo].

Santo Domingo, R.D., viernes, 31 de diciembre de 2010.

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