jueves, 6 de enero de 2011

Repatriaciones de haitianos o el final del idilio


Orlando dice //
Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do

ENTONCES
Se cree que República Dominicana hizo la tarea de solidaridad con Haití el año pasado, cuando el temblor de tierra, o ahora con el cólera, pero sucede que también tuvo el comportamiento que la circunstancia demandaba en el tiempo de la dictadura de Raúl Cedras. La comunidad internacional presionó entonces y los norteamericanos se valieron de diferentes medios para que los militares abandonaran el poder y permitieran el retorno de Jean Bertrand Aristide. El embargo que se impuso entonces fue posible por la colaboración de las autoridades dominicanas.

Incluso, hay una deuda que nadie reclama. La ONU se comprometió reembolsar cincuenta millones de dólares a RD en compensación por las pérdidas ocasionadas por el cierre de la frontera entre ambas naciones. Del mismo modo que el gobierno norteamericano canceló la visa a muchos oficiales dominicanos que no fueron muy celosos en el cumplimiento del bloqueo.

Para esa época no existían las filtraciones de Wikileaks, y esos nombres, rangos y razones quedaron en el olvido…

LA VUELTA
El temblor de tierra del año pasado quebró todo escrúpulo y discriminación, y nunca una nación fue más generosa o se volcó a favor y en rescate de la población de otra, como República Dominicana. Fue modelo y ejemplo: dio hasta quedarse sin nada. Ahora se dice que entre las medidas tomadas entonces, estuvo descuidarse un poco con la frontera y dejar que pasara gente de allá para acá. Fue mucha, y con la que ya había, se produce una alarma que suena a hipocresía.

Si los controles eran falsos, era normal que buscaran acotejo donde era posible.

Las autoridades, como réplica al alerta de sectores diversos, se disponen a devolver a Haití a los nacionales que se hallen en territorio dominicano sin papeles. Dijeron que el plazo era hasta el Día de Reyes, pero desde antes de la fecha empezaron los operativos, y ya ayer se dada cuenta de una muerte ocasionada por una huída. Esto es, un haitiano muerto, y como siempre ocurre, no será una cifra, sino una víctima con nombre y apellido. Y por igual, con dolientes, aquí y allá…

LO DE ANTES
Esa muerte, y las demás que puedan ocurrir en los actuales operativos, van a cambiar el panorama, o su “percepción”, y la República Dominicana, que fue modelo y ejemplo, volverá a ser racista, xenófoba y antihaitiana.

Eso no se lo quita nadie.

La comunidad internacional sigue ausente, los problemas se agravan, y las reacciones y los reclamos son y serán pocos efectivos.

Sin embargo, República Dominicana recobra su cordura, recuerda que no puede cargar por siempre con las necesidades del vecino, y aplica una política de control y desalojo. Legítima, soberana, oportuna, pero que no podrá llevar a cabo sin el uso de la fuerza, que no necesariamente tiene que ser violencia. Ningún haitiano se va a entregar por las buenas para que lo repatríen.

Habrá que perseguirlo, y de mala manera, pues la prisa no respeta derechos humanos. El idilio, por tanto, llegó a su fin. O de algún modo había llegado, pues las Ongs que “defienden” la causa de los haitianos ya se estaban resintiendo con las disposiciones de la Junta Central Electoral y el documento de identidad…

EL AMBIENTE
Las autoridades son las responsables de esos movimientos de resistencia que se producen adentro y se proyectan afuera, pues aplican la ley a medias, con miedo, como si los haitianos tuvieran más derechos que los consignados en las cartas promovidas por organismos internacionales y suscritas por los gobiernos. Si los haitianos fueran apresados y enviados a su país con procedimientos normales, no se produjeran ruidos ni se enterara la prensa, y mucho menos las entidades que se ocupan de dar las pautas de lugar. El haitiano no tiene en qué caerse muerto, pero no importa: también los zombies tienen derechos, y las autoridades dominicanas no pueden desconocerlos. Es más, la bulla ahora será mayor, puesto que a las repatriaciones decididas y llevadas a cabo, habrá que agregar la falta de entendimiento que se producen en pequeñas comunidades del interior y que obligan a la expulsión de los haitianos que no se someten a las reglas del buen vivir. Los colectivos de aquí y de allá se van a dar gusto, sin que el país tenga a manos recursos para defenderse que no sea el derecho a su propia sobrevivencia…

Santo Domingo, R.D., jueves, 06 de enero de 2011.

http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2011/1/6/172466/Repatriaciones-de-haitianos-o-el-final-del-idilio

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