SUSI POLA
Abril, es dedicado a la reflexión sobre la situación de los niños y las niñas en el mundo, a partir del Día Internacional contra la Esclavitud de los Niños y Niñas, conmemorado el 16 de abril, en recuerdo al niño pakistaní, Iqbal Mashib, del Frente de liberación del Trabajo Forzado de Pakistán, asesinado a los 12 años por la mafia de tapiceros, cuya opresión denunció, convirtiéndose en símbolo de lucha contra la explotación infantil.
La esclavitud por trabajo, violencia de género intrafamiliar y sexual, pornografía, incesto, embarazos forzados y tráfico y trata, contra niñas y niños, es un problema de gran magnitud que también afecta a la República Dominicana, donde apenas tocamos la punta del iceberg, olvidando la llamada cifra negra de los casos que no vemos, muchas veces porque no queremos.
Las noticias revelan, con frecuencia inusitada, violencias increíbles a la niñez, sucesos sin proporción con las medidas de prevención que el mismo poder Ejecutivo debiera tomar, en coordinación con el sistema de atención nacional, incluyendo la justicia, el organismo rector CONANI, las comisiones y todas las instancias, muchas de las cuales funcionan con precariedad por falta de recursos.
No tenemos datos locales, pero sabemos que en el mundo, 275 millones de niñas y niños, solo en sus hogares, son víctimas cada año de violencia en un espacio que debiera ser de protección, afecto y resguardo de sus derechos. Cuando se trata de abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes, el 90% de los casos, los perpetradores son padre, padrastro, vecino, tío, primo, hermanos, y otros masculinos cercanos, y solo el 10% es desconocido.
En el Caribe, los estudios de la violencia contra niños, niñas y adolescentes, investigan el abuso sexual sobre otras violencias, por considerarse un problema de gran incidencia, ya que hay una gran cantidad de niños, niñas y adolescentes víctimas, con niveles de denuncia muy bajos. Las investigaciones dicen que el silencio tiene, entre otras razones, algunas de tipo sociocultural, el miedo a represalias y al autor de la violencia; vergüenza entre miembros de la familia; visión persistente de que el abuso es una cuestión privada; dependencia económica; falta de conocimiento del abuso por parte de la familia; rigidez de modelos familiares asociada a la obediencia ciega y al castigo; negligencia de los padres y madres, de otros adultos y profesionales, como policías, profesores, profesionales de salud, entre otros y por la falta de procedimientos formales eficaces.
La calle dominicana se llena cada vez más de niños y niñas que se refugian en ella porque en las casas y entornos no existen afectos sanos que arropen su niñez. Y abril, patriótico abril, ¡pasará sin que la niñez sea recordada!
Santo Domingo, R.D., martes, 26 de abril de 2011.
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