PANCARTA//
RAUL PEREZ PENA (Bacho)
columnapancara@yahoo.com
Chana Díaz se caracterizó por un don de gente que se proyectó más allá de cualquier episodio y específicamente la ejecución del tirano Rafael Trujillo el 30 de mayo de 1961.
Desde ayer, se lamenta el fallecimiento de Chana Díaz extendido a que sucede faltando apenas un mes para el 50 aniversario del ajuste que finiquitó la existencia del dictador.
Por cierto que el medio siglo del 30 de mayo entra en medio de varios encuentros coloquiales orientados a ventilar el tiranicidio, con más de una interpretación y varios ángulos para analizarlo.
Cristina (Chana) Díaz.
Se advierte el abordaje amplio profundo de los temas en agenda, algunos de los cuales se remontan a otras experiencias dictatoriales sufridas por el pueblo dominicano antes de Trujillo.
Asimismo, para la próxima Feria del Libro se anuncia la celebración de un coloquio llamado a pasar balance a la resistencia contra el oprobio, donde los ponentes invitados de seguro que ofrecerán o recordarán testimonios individuales y colectivos reveladores de aspectos medulares del acontecer dominicano en los últimos 60 años.
Me parece ver a Chana Díaz en esos encuentros convergentes, en los que el debate puede profundizar o tratar con un “baño de María”, asuntos sustanciales para que la ciudadanía adulta dominicana no pase por alto que ese pasado reciente es una fuente de enseñanza.
Agradezco a Chana su invariable deferencia, sin hora, para darme una buena o mala noticia, o comentarme determinado ángulo de lo último en el tapete de la opinión pública.
Chana Díaz fue una muestra noble del sano acontecer dominicano. Sencilla, afable, sonriente, Chana proyectaba una imagen digna del recuerdo de doña Guillermina Puig Subirá y de otras madres de mártires como doña Altagracia del Orbe.
Chana Díaz se elevó con alas propias por lo alto del espacio manteniendo su silueta bondadosa que nos deja perplejos con su repentino fallecimiento bajo el pesar de todos.
Paz a sus restos.
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