miércoles, 25 de mayo de 2011

Lupa y Wikileaks para ver esta democracia

Pancarta                                              
Raúl Pérez Peña  (Bacho)                  
columnapancarta@yahoo.com                                            

El proceso del tránsito a la democracia en República Dominicana que cursa desde la desaparición física de Trujillo, tiene puntos parecidos con lo que acontece en la España post-dictadura de Francisco Franco.

En nuestro país, la insatisfacción colectiva por la ausencia de soluciones sociales y el secuestro del poder por la camarilla representada en el triunvirato golpista que tronchó la apertura de Juan Bosch, provocaron la insurrección del 14 de Junio dos meses después y el levantamiento cívico militar del 24 de abril de 1965. Vale agregar el estallido durante el gobierno de Salvador Jorge Blanco en 1984.

En España, las camarillas politiqueras también han secuestrado el alternado poder político, generando una acumulación tal de reclamos sociales, que ha provocado un estallido de proporciones imprevisibles, pese al teatro que monta el bipartidismo hipócrita atrapado en el fracaso.

Un artículo de un analista madrileño respecto a las multitudinarias protestas en España y el descalabro de las siglas politiqueras, advierte lo siguiente:

“Si los partidos no representan a los manifestantes, tampoco los representarán en las instituciones que esos partidos gobiernen. La crisis sería, además de política, institucional”. “Cuando los manifestantes de la Puerta del Sol gritan que los partidos no los representan, lo mismo que cuando algunos electores se han abstenido o, incluso, cuando otros aún han asegurado que votaban pero tapándose la nariz, lo que podrían estar revelando con estas actitudes es que existe una creciente legión de ciudadanos que la actual forma de hacer política, esa mezcla explosiva de todo vale, voto del miedo y disimulo, está arrojando a la periferia del sistema.

Esta es la España sin confianza en sus partidos y, por extensión, en sus instituciones...”.

En República Dominicana, los estudios no comercializados retratan la bancarrota y el descrédito de los tres partidos en un porcentaje poblacional abrumador. Es de consenso la expresión de que este país es una bomba de tiempo.

Entonces, se evidencia un vacío mayúsculo en las comparaciones sobre la tiranía y el “transito democrático”. Cierto que lo peor fue el trujillato.

2011: 50 años desde 1961, a esta traumática democracia con fardos de tela que cortarle le dicen “imperfecta” para su mercadeo. Pero hay que verla con lupa y wikileaks.

Pancarta: 
Anti-trujillismo de factura y de fractura

Ignoro los nombres de los hijos de Jorge Martínez Lavandier, quien luego de largas décadas en la administración pública murió sin un chele. Pero los hijos de ese digno dominicano heredan el mejor legado: el decoro de su padre, una montaña humana que nunca se dejó corromper por los corruptores.

En la propia administración pública sobreviven muchos Martínez Lavandier, “incorruptibles hasta la pared de enfrente”.

En nuestros yacimientos morales, hay muchos ex presos políticos que llevan en su pecho interno la prenda de la satisfacción porque nunca pasaron factura.

De muchos fallecidos se leen notas biográfi cas en las que parientes o terceros apuntan el detalle de que nunca pasaron facturas por sus momentos de sacrifi cio o de lucha por una patria mejor.

Una convicción la externó Gianna Echavarría al hablar de su padre Rubén y de su tío Vinicio. Ninguno pasó factura.  Dentro de las repercusiones del trujillato o del postrujillismo, no sorprende que salga a flote el punto del trujillismo de factura y el trujillismo de fractura.

Mi amigo fallecido Pichi Mella recordaba que estando en cárcel La 40 hubo presos que no fueron afectados ni con una mueca. Pero que luego supo que lograron fortunas a cambio de pasar factura por su tránsito ileso por la prisión.  Cuando el tema se toca en un hogar o peña, alguien irrumpe y dice: “Conozco varios casos”.

Al de factura se suma el trujillismo de fractura. Este tiene muchas expresiones en la vida pública y en una gama de instituciones.  Se conoce de ciertos ciudadanos de pasado ejemplar involucrarse en la ruptura violenta del orden constitucional. Otros predican una cosa y practican otra.

Mucha retórica de espuma por la constitucionalidad, mientras se involucran en aventuras que los incriminan, sin pensar en el rastro que dejan a su paso.

Aunque se actúe con cualquier disfraz, el antitrujillismo de fractura signifi ca reivindicar a Trujillo o al Triunvirato golpista con su precedente de tramarse en reuniones de aposento, siempre con el fantasma del facto, mañana tarde y noche. No son dos ni tres los animados por un trujillito intangible y con disimulo.

De todos modos, hace rato que le pasó su “cuarto de hora” al trujillismo de factura como al de fractura.

Pancarta:
Fundación Testimonio y su manifiesto sobre el 30 de mayo

Dedicado a la memoria de mis hermanos de lucha Juan  Miguel Román y Euclides Morillo; al coronel paradigma Rafael Fernández Domínguez y a los constitucionalistas Illio Capocci, Ramón Tavárez, José Jiménez y demás caídos el 19 de mayo de 1965, víctimas de disparos de las tropas invasoras norteamericanas.

La singular conmemoración del 50 aniversario del merecido final de Rafael Leonidas Trujillo Molina impone el balance de lo que se vive al cabo de medio siglo.

Fiel a su misión histórica y ciudadana, la Fundación Testimonio emitirá un manifiesto con el examen y las conclusiones sobre la travesía recorrida y el rumbo que lleva un pueblo que va padeciendo por décadas el dominio político de tres partidos de vida y práctica politiquera.

Es recurrente afirmar que esa trilogía ha contaminado con un cáncer a la sociedad dominicana, promoviendo la involución de valores, sirviendo lacayunamente al poder imperial y sus empresas trasnacionales que hacen y deshacen con nuestras riquezas diversas.

Salimos de la presencia física de Trujillo y la llamada “transición democrática” ha costado tantos sacrificios para la población que resulta temerario o aventurado hablar de “grandes logros” en estos 50 años.

El más profundo de los acontecimientos sociales post Trujillo ha sido la guerra patria de Abril, cuando el glorioso coronel Caamaño levantó al tope la bandera de dignidad y la soberanía. Ahí se impuso a sangre y fuego la bota invasora de Estados Unidos para castrar nuestra libre determinación como pueblo según lo soñaran Duarte, Luperón y Manolo.

El término “democracia imperfecta” resulta inocente muchas veces y engañoso en otras ocasiones. Esta es una democracia imperfecta para la mayoría de una población entretenida con “el derecho a la palabra”, cuando en realidad carece de los derechos básicos para una vida digna, mientras todo depende de tentáculos foráneos.

Sin embargo, la comparsa dominante hace lo que le sale de su íntima voracidad, al tiempo de disfrutar una democracia perfecta para sus intereses.   Estas escasas pinceladas deben completarse en profundidad y temáticas para cumplir con el compromiso inaplazable de la Fundación Testimonio de un pronunciamiento responsable y orientador en este polémico 50 aniversario. Así lo demanda un pueblo que tiene derecho a escuchar voces que no se compran ni venden ni se alquilan.

 Santo Domingo, R.D., miercoles, 25 de mayo de 2011.

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