martes, 2 de agosto de 2011

¿Discriminarlas, compadecerlas o delatarlas?

SUSI POLA

En los últimos años, en los medios de comunicación la referencia a la violencia contra las mujeres aumentó y casi a diario, sea en radio, prensa o televisión, los sucesos generados por estas violencias tienen más visibilidad, atención e importancia, una innegable contribución a la aparición de las escasas políticas públicas que se aplican en nuestro país.

Si bien la comunicación ha colaborado a que la violencia contra la mujer haya pasado de asunto privado a convertirse en público, hay que tener en cuenta que la forma en que el colectivo nacional recibe estas noticias determinará la actitud que se tome frente a ellas, una compromiso grande de los medios para disminuir o no estas violencias que no son solo un problema de la mujer que las sufre y del agresor que las ejerce, sino también, un rompecabezas para la sociedad en general, en el que cada persona tenemos responsabilidad.

En nuestro país, en general, ¿se mueve la empresa mediática entre la discriminación, la compasión o la denuncia de las víctimas a las que se empeña en entrevistar para reportar su desgracia? ¿Tiene una actitud de apoyo a la solución o solo trata de sacar ventaja? ¿Llega a tomar en cuenta el riesgo de identificar imágenes de víctimas en la Unidades de Atención, ya sea en la Fiscalía, la Policía o en el Hospital, cuando las sobrevivientes cumplen un proceso que debiera ser secreto, en una fase íntima de denuncia? Hay de todo, claro, pero las respuestas a estas preguntas deben ser la regla de oro para los medios que tienen que aprender a resguardar las identidades de las mujeres maltratadas, evitando así que mueran en el intento de liberarse y en una ruta crítica que toda la sociedad debemos respetar, proteger y nunca juzgar.

Los medios tienen que realizar acuerdos con las Unidades de Atención a la Violencia contra la Mujer y con los Hospitales, donde una gerencia sea la de la vocería en esta materia, con datos necesarios para la prensa, la que, por respeto a la vida de esas víctimas, no puede traducir las imágenes vivas de sus dolores y si generar informes que aporten y protejan siempre a las víctimas, cada vez más disminuidas y en riesgo de muerte.

Las personas que reportan los crímenes de género contra las mujeres, tienen que olvidarse de la omnipotencia aprendida en la labor del cuarto poder, respetar con humildad los procesos de ellas y prepararse para entender la trascendencia del trabajo en esta materia. Sin discriminar, compadecer y mucho menos.

Santo Domingo, R.D., martes, 02 de agosto de 2011.

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