lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuando un pueblo quiere cambiar


Eduardo Álvarez 

El pueblo dominicano ha decidido salir del PLD. Acudirá el 20 de mayo del año entrante a votar en contra de todo lo que significa ese partido y al actual gobierno. El candidato que verdaderamente lo represente será el más favorecido y, por tanto, elegido en la primera vuelta. Nunca antes se había percibido en el país un sentimiento de repudio e indignación contra gobierno alguno, como ocurre ahora. 

No valen los miles de cajas de comida repartidas entre los pobre, con la foto de un rostro que se burla de su pobreza. Ni las tarjetas ni los bonoluz y bonogas. Ni la irracionalidad de Miguel Vargas ni las vallas que nos saturan, robándonos el paisaje natural y el dinero. 

Tampoco sirve ahora para nada los nuevos prestamos aprobados al vapor ni los mega proyectos ni las artificiosas, costosas e inútiles relaciones internacionales que se agencia el Presiente para convertirse en un “líder global”. 

Contra la firme determinación de este pueblo no pueden hacer nada los altos tribunales parcializados ni los medios informativos podridos, manipulados burdamente a favor del candidato gobiernista. 

Los tres gatos, arrinconados y mantenidos en la Cancilleria le parecen a este pueblo algo así como una caricatura o espantajo de mal gusto, que no da ganas ni de reír, sino de llorar. 

De los 6.4 millones de electores, legítimos representantes del sentimiento nacional, más del 60% ha definido su preferencia a favor del candidato que verdaderamente los represente. Por eso, ha encontrado en Hipólito Mejía al hombre de Estado que sabrá reorientar el gasto público en beneficio de las mayorías, no para enriquecer a unos cuantos, como ocurre ahora, el gobierno del PLD. 

Es una cuestión que nos queda bien clara, a pesar de los millones empleados en inflar a la primera dama y amanar encuestas, creíbles apenas por sus difusores y los medios que se prestan a esa mentira. 

Con la fuerza imparable del caudal de un rió, el pueblo dominicano ha tomado su decisión y no hay dinero ni trampas que lo puedan hacer cambiar. “Ya es muy tarde para ablandar habichuelas”, nos enseña ese mismo pueblo con socarrona sabiduría. Lo que no hicieron en ocho años, mucho menos lo van a lograr en cuatro meses. 

Santo Domingo, R.D., lunes, 26 de diciembre de 2011. 

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